José Antonio Carracao ya anticipó
que, tras las elecciones europeas, actuaría como si no
hubiera mañana, afirmando que hablaría alto y claro de todos
los asuntos sin excepción. Y hasta el momento está
cumpliendo su palabra. En el día de ayer criticó con dureza
el incremento de la partida de publicidad institucional en
400.000 euros. Su planteamiento opinable seguro que habrá
despertado corrientes de opinión a favor y en contra,
incluso dentro de su propio partido, ya que solo hay que
observar como actúan los socialistas en los lugares donde
gobiernan. Una opinión respetable como lo es que muchos
ciudadanos piensen que lo verdaderamente “indecente” es el
exceso de cargos públicos, de todo rango y nivel, y el
cúmulo de asesores que copan puestos, sueldos “sonrojantes”
y partidas presupuestarias.
Por otro lado, asi como las apreciaciones suelen ser
subjetivas al igual que las opiniones son la expresión de
quien las protagoniza, sin que signifique que está en
posesión de la verdad absoluta, la afirmación de Carracao
sobre el intento del Gobierno de “comprar silencios” con la
publicidad, constituye una acusación en toda regla. En este
sentido, este medio ya ha dejado claro en varias ocasiones
su posición, denunciando el intento del Ejecutivo de
utilizar la publicidad institucional para que los medios no
ejerzan con libertad su responsabilidad de informar
libremente.
Pues bien, en relación con este medio, quien piense en
mediatizaciones se equivoca y quien pretenda hacerlo también
tendrá la oportunidad de comprobar su error. Ya sean
populares, socialistas o localistas. Y quien busque expandir
confusión se equivoca con utilizarnos como argumento. No
siempre las percepciones se corresponden con la realidad. La
influencia se ejerce desde el servicio público y al amparo
de la Constitución. Otra cosa es censura.
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