San Antonio está a la espera, en aquel bendito lugar, en su
pequeña ermita calera, que vuelve a germinar como el trigo
verde en primavera, regada por las olas del mar, bañada por
su ribera, a la sombra de los pinos y al abrigo de la brisa
marinera. San Antonio está llamado a todas las puertas. Sin
embargo, no todas han sido abiertas, algo encerrado en el
olvido ha faltado en su fiesta, algo que quedó varado en el
fango del camino, y nunca más vino de vuelta. En el programa
de actos, destaca una inexplicable “ausencia”, su popular
rosario de la aurora que ahora a nadie despierta, matinal
preludio de su entrañable verbena, que por una lóbrega
sombra, ha quedado para siempre cubierta.
Este hecho podría pasar inadvertido, de no ser por todo lo
que conlleva la reiterada y provocada pérdida, que dicho
evento, ha supuesto para los fieles del santo, y sobre todo,
por las numerosas preguntas que siguen “crucificadas” en el
monte Hacho, esperando que solo usted, Padre Cristóbal Flor,
baje sus lacerados cuerpos pendientes de los duros maderos
de la duda. Pero dese prisa “prelado”, antes de que se las
lleve el vigoroso vendaval de su orgullo velado, o sean
devoradas por los pusilánimes buitres leonados de su
silencio encriptado. ¿Por qué no se ha realizado el rosario
en el monte durante estos tres últimos años? Como hermano de
la cofradía, y según el Derecho Canónico que me asiste,
propuse por escrito a la Junta de Gobierno en el año 2012,
la cesión de la imagen de la Reina de la Paz para dicho
evento, que como en otras ocasiones, tradicionalmente la
hermandad había contado con ella puntualmente para el acto.
La respuesta fue que no se iba a organizar el rosario de la
aurora. Tampoco se ha realizado en estos últimos años. ¿Por
qué Padre Cristóbal? ¿Las respuestas están ocultas bajo su
perpetua “sotana negra”? ¿Ha actuado usted, como líder
espiritual del mejor de los ejércitos organizados; el
infinito poder de las “conciencias engañadas”? Quiero
exponer, desde mi modesto entender, lo que podría ocultar en
su interior, al suspender directa o indirectamente este
emotivo acto. ¿Se trata de un efecto “colateral” de esa
política de acoso y derribo que usted ha emprendido contra
una inocente y bella imagen familiar de la Virgen de la PAZ?
La cofradía aprobó, siendo Dª Pilar Becerra hermana mayor,
la realización de un rosario de la aurora “PROPIO” de la
hermandad, con el entusiasmo del director espiritual de
aquel momento, el Padre Pedro Durán, que como usted ahora
Padre Cristóbal, solo tenía VOZ pero nunca voto. Como en la
ermita de San Antonio, nunca ha habido imágenes de María
adecuadas para un rosario de la aurora, la junta recurrió a
mi familia, hermanos de la cofradía, para que, puntualmente,
cada año cediéramos nuestra imagen para dicho acto. Por
dicho ofrecimiento continuado y desinteresado, y por nuestra
vinculación y permanente disposición hacia la cofradía,
recibí públicamente de la hermandad un diploma de
agradecimiento. De esta forma, con la buena voluntad de
todos, se instauró una hermosa tradición de fervorosos y
multitudinarios rosarios de la aurora en el monte Hacho.
Dice el refrán, «a la tierra que fueres, haz lo que vieres».
En un principio, usted organizó y participó activamente en
el rosario de la aurora del 2010, acompañando a la imagen
mariana de mi familia en los pintorescos aledaños de la
ermita. Sin embargo, de pronto, lo que antes el Padre Pedro
había instaurado, y el vicario consentido, usted, su
sucesor, lo impide. ¿Por qué en su primer año (2010)
asiente, y participa, pero en el segundo (2011), de pronto
cambia de opinión y trata de suspenderlo? ¿Por qué lo que
antaño estaba bien visto por todos, solo usted percibe que
podría ser un “error sacrílego” de su predecesor, y lo
prohíbe? ¿Se considera por ello mejor sacerdote que él? Por
cierto, ¿ha tenido valor para decírselo a la cara? «No todo
el monte es orégano», y el Hacho no iba a ser una excepción.
¿Es trigo o cizaña lo que crece ahora a los pies del santo
Padre Cristóbal? Jesús se transfiguró en el monte Tabor ante
algunos discípulos, ¿usted lo quiso imitar en el monte Hacho
ante todos? ¿En quién se ha trasfigurado? ¿En “León III el
Isáurico” o en su hijo, “Constantino V”? ¿Cuál es la
verdadera razón de su metamorfosis de opinión y criterio?
¿Solo por la trivialidad de ser una imagen ajena a la
Iglesia? ¿Por qué utiliza argumentos discriminatorios que no
sostiene la legislación canónica vigente?
¿Recuerda cuando en su despacho, usted me decía, con aires
prepotentes y amenazadores: «yo, como director espiritual,
no puedo, por ejemplo, impedir la romería de San Antonio,
pero si puedo prohibir su rosario de la aurora»? ¿Recuerda
usted cuando trataba de “justificar” su nueva postura
diciéndome que quería evitar que la ermita del santo se
transformase, en lo que usted denominó, «un nuevo Rocío»,
solo por la participación puntual de nuestra imagen en un
simple rosario? Por cierto, ¿tiene algo en contra del
popular fervor rociero? ¿Recuerda su enorme “preocupación”
porque nuestra Virgen ocasionase un supuesto «efecto
llamada», según el cual otros fieles también podrían llevar
sus imágenes de santos a la ermita? ¿Por qué me dijo usted
«este año (2011) saldrá la Virgen de tu hijo como un favor
especial, pero para años venideros, si quieres que salga la
imagen del niño en rosario de la aurora la tienes que donar
para siempre a la Iglesia»? ¿Qué opina usted del talante
cristiano de esa sugerida “donación altruista”? ¿Y si además
me lo pide apuntillando que, no sería de palabra, sino
mediante documentos firmados por ambas partes mediante
cesión definitiva, y siempre en el marco del derecho
contractual? ¿No cree Padre Cristóbal que son
comportamientos difíciles de entender en el seno de la
Iglesia de Francisco? No puede haber mayor “dolo” cristiano,
si quien me la pedía, usted, conocía la finalidad de la
nueva imagen; un sorpresivo regalo familiar a un niño con
motivo de su primera comunión. Desde ese mezquino mes mayo
de 2011, pienso que usted siempre ha tratado de impedir, a
cualquier precio, que la Virgen de mi hijo, pueda participar
en rosarios de la aurora tanto en el valle, como en la
montaña. Y por fin lo ha conseguido, pero en su desmesurado
esfuerzo bélico en su “rebaño”, parece que se le ha caído,
esa suave “piel de cordero” que ocultaba sus verdaderos
atributos. Pero no se preocupe por ello, casi nadie se ha
dado cuenta del “detalle”. Las “ovejas” suelen desarrollar
una capacidad increíble para ver solo lo que les interesa.
Algunos me dicen que las personas cambian con el paso de los
años, aunque yo pienso que, demuestran ser con el tiempo, lo
que antes ocultaban.
Su actitud “intransigente y beligerante” contra la nueva
imagen de la Virgen de la Paz, se manifiesta antes su
bendición, como un “levantamiento armado” en su nuevo
exarcado de Rávena; la ermita del santo. Cuando llega a su
conocimiento que el programa Haciendo Hermandad pretendía
grabar esta hermosa talla, usted reacciona ordenando su
traslado inmediato fuera del recinto. En ese momento la
Virgen estaba en una pequeña habitación de la casa de
Hermandad anexa a la ermita, pues usted se negaba a que, en
ningún momento, ni si quiera durante el acto de la
bendición, estuviese en el interior del templo, junto al
santo. Aunque en un principio, intentó impedir la grabación,
viendo luego que era imposible por los compromisos
adquiridos con el programa, ordenó que la Virgen fuera
filmada en el exterior de la ermita. Su único argumento era
que esta imagen -por no ser propiedad de la iglesia- nadie
debía verla ni en la casa de hermandad, ni mucho menos en el
interior, junto al santo. ¿Cómo definiría usted esta
actitud? Pero su política de desprecios no acaba ahí. ¿Cómo
justificaría Padre su posterior ausencia en el tradicional
rosario de la aurora organizado por la cofradía de San
Antonio el sábado 28 mayo de 2011 con la imagen mariana de
mi hijo que usted intentó suspender ese año sin éxito? Sin
embargo, curiosamente, usted si presidió, al día siguiente,
el domingo 29 de Mayo, el rosario de su parroquia del valle,
cuando entre ambos eventos había menos de 24 horas de
diferencia. ¿Por qué? ¿Qué pretendía usted con esta actitud
de desdeño? Al no poder salirse con la suya en el monte,
creo que usted intentó dar un claro mensaje NO verbal que la
cofradía entendió plenamente: «No quiero ver más esa Virgen
en San Antonio», «elegid, o esa imagen o yo». Con este
especial “modus operandi”, parece que quiso mostrar su
tácito poder fáctico sobre la Junta de Gobierno, y a los
hechos me remito, pues desde entonces, el acto no se ha
vuelto a repetir en San Antonio. Sin embargo, usted si
asistió al rosario del domingo en el valle porque allí ya
había conseguido sustituirla definitivamente. Había “roto”
la supuesta tradición participativa de la Virgen de un niño
en los rosarios de la aurora de la parroquia del valle que
también había instaurado el Padre Pedro, por consenso con
sus feligreses, desde el año 2006. Me resulta increíble todo
lo que ha hecho usted en contra de una Virgen, cuyo único
«gran pecado» es no ser propiedad eclesiástica. Me molesta
la “forma” en la que usted Padre Cristóbal lo ha hecho.
Le recuerdo que el jarrón da forma al vacío pero no lo
justifica. «No den las cosas sagradas a los perros ni
arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y
después se vuelvan hacia ustedes para destrozarlos» Mt (7;
6-12, 14). Jesús utiliza esta metáfora para referirse a los
que no actúan de acuerdo a su mensaje. No por eso los odia,
ni los desprecia. Solo indica cómo se ven ellos mismos “por
dentro” ante los ojos de Dios. Jesús le ha dado plena
libertad, Padre Cristóbal, para cambiar radicalmente de
opinión, y de tomar esa absurda actitud discriminatoria.
También le ha consentido, Padre Cristóbal, que haya hecho
caso omiso a algunos fieles del santo, que intentaron
convencerlo de la irrelevante naturaleza patrimonial de la
imagen como impedimento para que pueda participar en estos
actos. «Tenemos dos oídos y una boca para que podamos
escuchar el doble de lo que hablamos» decía Epictetus. Antes
de seguir en su camino errado de la discordia, debería haber
escuchado a sus feligreses, aprendiendo de sus consejos, y
sobre todo, abriendo su corazón a la inocencia de un niño,
que todavía no llega a “entender” lo ocurrido. No siempre
tenemos la verdad absoluta. Solo la tiene Dios, y a veces se
comunica con nosotros a través de la voz de los que nos
rodean, pero no siempre interesa escucharlos. ¿No cree
usted, Padre Cristóbal? Es arrogante todo el que piensa que
sus decisiones siempre son las correctas, porque la verdad
indubitable es uno de los principios esenciales de la
estupidez humana. No importa lo que usted diga o haga, que
por muy errado que sea, sólo por el puesto que ahora ocupa,
siempre encontrará alguien de su entorno parroquial que le
ría todas sus “gracias”. En el texto de Mateo, Jesús nos
indica que no perdamos nuestro tiempo y esfuerzo con
personas que, probablemente, no merecen la pena. Con
aquellas que, no siempre quieren entender su mensaje
cristiano, no por ineptitud, sino quizás por la soberbia y
la envidia generada de no poder controlar, en aquel momento,
todas las variables del evento. ¿Usted qué opina Padre?
Porque yo percibo, una actitud prepotente, de aquel que
quiso y no pudo prohibir ese acto en mayo del 2011. Parece
que ese quimérico resentimiento ha ido creciendo inmenso en
su interior.
Este año 2014, tampoco ha habido rosario de la aurora en San
Antonio. ¿Es usted ahora más feliz? ¿Puede descansar en PAZ
su conciencia? Séneca decía: «Es pasajera la felicidad de
todos esos que ves caminar con arrogancia». ¿No cree usted
Padre que todas sus “maniobras” en su inexpugnable
“exarcado” del monte Hacho se han gestado con la semilla de
la envidia, abonada por una embozada soberbia iconoclasta?
Nunca pasará al olvido Padre Cristóbal, su “huella pastoral”
quedará para siempre grabada con hierro y fuego en el camino
de la hermandad de San Antonio, como aquel neófito cura que
suspendió un sencillo acto religioso popular sólo por
displicencia hacia la imagen de la Virgen de un niño. Con su
efímera autoridad, podrá ganar todas las batallas
terrenales, en el valle y en la montaña, podrá ser
proclamado vencedor por los hombres impíos, pero ante los
ojos de Dios, será siempre condenado por el pecado de la
arrogancia de su infundado desprecio.
A estas alturas del artículo, se percibe la cara oculta del
rosario perdido en esa invisible “maleza” que envuelve y
penetra en la ermita del Hacho. Creo que en estos últimos
años, el salvaje crecimiento de la cizaña en el monte ha
cubierto en el olvido a esta “infantil” imagen mariana, con
un daño desmedido a su familia, antes asidua de su
parroquia. Creo que se trata de una forma arrogante y
sibilina de “castigar” nuestro grave “pecado” familiar, al
ceder con ilusión y devoción, nuestro patrimonio todos estos
años. Su conducta, quedará expuesta sine die en el lóbrego
museo que atesore las inexplicables vergüenzas de su legado
parroquial como un vasto estandarte de su todopoderosa
actitud egocéntrica, contraria a la ley de Cristo, y al
Derecho Canónico. A mí en cambio, me dará fuerzas para
seguir escribiendo lo que oculta la maleza de la cizaña,
tanto en el valle como en la montaña, y la tinta negra de
las lágrimas de mi llanto, será sin duda indeleble al paso
de los años. Nunca olvide que la “PAZ” que usted impuso con
la fuerza su espada, sólo ha sido el preludio de una nueva
“guerra”. Cada vez que emprenda una nueva “campaña contra la
PAZ”, pregúntese antes, si ésta revela su verdadera
condición cristiana ante el hombre, y su genuina “IMAGEN” de
vocación sacerdotal ante los ojos de Dios. Percibo en el
cargo que ostenta, un sentimiento de superioridad sobre los
demás, que denota una “iluminada” egolatría, que ha
desembocado en sibilíticos y fatuos comportamientos. ¿Su
desaforado orgullo impone a los demás un sumiso, injusto y
desmedido reconocimiento? ¿Cree usted tener privilegios que,
en realidad, Dios no le ha dado, aunque el hombre se lo
permita, por temor, conveniencia, ignorancia o hipocresía?
¿Contestará usted alguna vez a mis preguntas?
Padre Cristóbal, desearía verle ahora, mientras lee mi
artículo, para poder mirarme en sus ojos, de seco, duro y
opaco cristalino. Quisiera, como si fuera un espejo, ver el
reflejo en sus oscuras pupilas midriáticas, que como una
gran lupa, devuelva a sus feligreses la IMAGEN aumentada de
la sinrazón de su doloroso e injustificado desprecio, para
que con el paso inexorable del tiempo, alguien pueda llegar
a entender a aquel neófito presbítero que, en su extraña
metamorfosis mental, prohibió un rosario para repudiar la
Virgen de un niño, para que así, alguna vez, su melancólico
lamento pueda borrar las huellas de los despojos de la
génesis de todos esos sentimientos dañinos, que
probablemente, nunca pueda enterrar el olvido.
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