No se aburre uno en Ceuta, durante
estos días, y parece mentira que, tan sólo, un par de días,
o pocas horas más, de una feria que todavía “no está
bautizada” y menos “confirmada”, pueda dejar tanto que
comentar y que reagrupar.
Las fiestas o las francachelas sirven para que la gente se
olvide de las dificultades que tienen alrededor, y la Feria
de Día podía haber contribuido a eso, en unos momentos en
los que “la Santa Casa Madre” aportaba casi de todo menos
seriedad.
Pero mira por donde, a lo que había se unió algo más, o
mucho más, porque a los enchufes que habrá que airear, en su
justo momento, se añadió “lo otro”, que es, todavía, peor y
que cabrea mucho más al personal, con lo que a Jaramillo “le
tocó bailar con la más fea” y tuvo que dimitir, una dimisión
que se valora en lo que es y se desconfía de que fuera lo
más normal, porque la salida tendría que haber sido de, al
menos, un escalón más arriba. Eso se piensa ya desde Madrid.
Así son las cosas y así piensan en la calle, aunque un bledo
le puede importar a Premi de lo que se diga por ahí, por
cuanto él, que hasta ahora no había tenido demasiada
ocupación y nula preocupación, al estar en el Ayuntamiento,
como responsable de ..., lo que sea, empieza a sentirse
alguien importante.
Jaramillo, pues, tras pasar unos cuantos años como uno de
los elementos válidos en la organización de todo lo que
“olía a ferias y fiestas”, ahora va a tener que someterse a
un horario, cosa que no es mala, y son muchos los años que
llevo viviendo eso de “ a las..., clase y a las..., lo que
corresponda”.
El Ayuntamiento, en el que hay poca base, parece que se han
olvidado pronto de esas facturas “equivocadas” y aunque
Mohamed Alí, que en política está más gastado que la Falange
de Hornachos, dice que podría haber baños portátiles de
propiedad municipal, eso parece como si fuera para “cerrar
la sesión” y olvidarse de lo que él tenía o ha tenido en su
propio grupo para llegar a la salida de Fátima Hamed.
La salida de Fátima Hamed no creo que tenga que ver nada con
la resaca de la feria, sino más bien con los modos de hacer
política “estos dos artistas, Mohamed Alí y Juan Luis
Aróstegui”, que tenían a una persona válida como si fuera el
adorno de “un simple jarrón”.
Y el presidente Vivas no valora, para bien o para mal, la
marcha de Fátima Hamed, hace bien el presidente, porque con
lo que tiene él en el propio partido y no digamos en el
Ayuntamiento, sería una osadía mayúscula entrar en los
problemas de los demás.
Y que Fátima Hamed tiene que encajar, a partir de ahora, en
los esquemas del Ayuntamiento, que no le quepa la mínima
duda al presidente y a los de la oposición.
Juan Vivas sabe que hay métodos para que encaje
perfectamente y ella como es inteligente hará bien en no
dejarse ningunear por nadie.
¡¡Ah!! Y que nadie se haga falsas ilusiones, porque el
escaño logrado por Fátima Hamed es de ella, no es de la
Coalición o del Partido en el que milite, con lo que ella
tendrá acomodo en su justo sitio, le agrade a Caballas o a
cualquiera de los grupos que tienen un sitio en el
Ayuntamiento, o no les guste.
Y me parecen muy correctas las palabras de la concejal
Fátima Hamed de que no va a renunciar a su acta por respeto
y deferencia a una serie de ciudadanos que le dieron el
voto, y Caballas que aspiran a todo menos a hacer las cosas
bien, parece que entienden que debería renunciar ella misma.
Qué más quisieran y lo que no me explico es como un
licenciado en Derecho como hay en ese grupo no se da cuenta,
de principio al final, que los escaños en las alcaldías, en
el Congreso, en el Senado o en cualquier otro tipo de
institución son del que los obtiene, sin más. Y es que si
fueran los partidos los dueños de esos escaños, el peloteo y
las traiciones iban a existir en las precampañas, en las
campañas y en el preciso momento que alguien molestara al
“señorito” de arriba.
Lo de Fátima Hamed no lo vamos a poder llamar nunca una
dimisión, porque ella sigue y va a seguir.
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