La política pasa factura. En algunos casos –no sabemos aún
si en éste también-, a un elevado precio. El abandono de
Fatima Hamed Hossain de la coalición Caballas es la
expresión práctica de un referente de la identidad propia de
la Unión Demócrata Ceutí (UDCE), aquél ilusionante partido
que aglutinó a una serie de personas que supieron arrastrar
los votos que Coalición Caballas ha restado.
Desde el inicio (o desde el minuto uno, como se suele decir
ahora), siempre se vió como un pacto antinatura el de UDCE y
PSPC, dando lugar a la Coalición Caballas. No se entendía
cómo un partido localista de izquierdas, progresistas, con
integrantes de Comisiones Obreras, alguno procedente de UGT
e incluso del PSOE, tenía cabida políticamente con quien,
ideológicamente, el progresismo le quedaba muy lejos, ya que
su tendencia de marcado sentido religioso, se contraponía
con quienes tenían en su filas ateos o con distintos valores
a efectos programáticos.
Fátima ya dio su primera “llamada de atención”, cuando con
ocasión de la toma de posesión de los diputados, no
compareció, atribuyendo a problemas de enfermedad la
ausencia, cuando en realidad se debía a su contrariedad
porque Juan Luis Aróstegui, le había desplazado del número
dos de la candidatura, que parecía seguro para ella, al
tres. No ha estado nuca cómoda Fatima en la coalición, como
también se demostró en numerosas comparecencias que
polarizaban en protagonismo el binomio Alí-Aróstegui y, solo
en contadas ocasiones, ella completaba el trio.
A nivel interno, siempre se ha dicho que hubo divergencias
entre los militantes de la UDCE porque no entendían ese
pacto para sumar que luego resto, ya que lejos de reforzar,
el PSPC ha provocado una sangría de votos entre los
seguidores de la Unión Demócrata Ceutí.
En las últimas elecciones europeas, sus propios feudos, le
volvieron la espalda. Ahí dice Fatima que apreció la
decepción de la gente que le habían sido fiel en el voto y
comenzó a cavilar que algo estaba cambiando a peor.
Fátima ha demostrado, para algunos, aunque tardíamente, ser
consecuente con sus ideas, aunque también le achacarán que
el escaño no es suyo sino del grupo político. No obstante,
si rectificar es de sabios, Fatima Hamed ha sabido hacerlo,
para dar un giro a su posicionamiento político y tratar de
volver a los orígenes.
No me cabe la menor duda que esta mujer valerosa,
trabajadora, con las ideas claras, sabrá aglutinar un nuevo
proyecto en el que buscará integrar a los descontentos con
la coalición UDCE-PSPC, para recuperar aquél proyecto
ilusionante que a ella le sedujo. Fátima es un valor
político, perfecta conocedora de las políticas sociales y de
las actuaciones que han de aplicarse a los más
desfavorecidos, cuyos planteamientos siempre son razonados y
razonables.
La marcha de Fátima de Coalición Caballas no se ve como un
ejemplo de transfuguismo al uso, si bien es la segunda fuga
que se produce a la sombra de Mohamed Alí, porque Mohamed
Haddu “Musa” ya protagonizó un hecho similar al de Fátima en
la pasada legislatura. Un síntoma que evidencia la difícil
convivencia política con Mohamed Alí que parece más en
sintonía con Juan Luis Aróstegui. Ambos tienen ahora por
delante el que puede ser el reto más importante de Caballas
desde su nacimiento: demostrar que Caballas está por encima
de personalismos y que no tiene los pies de barro.
Del acierto de esta marcha, solo el tiempo dictaminará si
fue o no acertada, aunque para la conciencia de Fatima Hamed
sí ha resultado válida y, al menos, ha sido consecuente con
us ideas.
|