Las últimas veinticuatro horas han
dibujado un panorama convulso en dos de los partidos que
conforman la Asamblea de la Ciudad Autónoma de Ceuta: el
Partido Popular que sustenta al Gobierno local presentó la
dimisión del viceconsejero de Festejos como resultado de una
“mala praxis administrativa” en relación a las
contrataciones de la Feria de Día mientras la Coalición
Caballas protagonizó una ruptura interna con la marcha de su
número 3 en el grupo, Fátima Hamed, cansada de haber sido
relegada en favor de Juan Luis Aróstegui y de jugar un papel
de mera comparsa, aparte del descontento que experimentó por
la coalición de UDCE con el PSPC, como ya se intuía desde un
principio por considerarse un pacto antinatura por la
configuración de ambos partidos y su propia ideología.
Los acontecimientos, a un año vista de las elecciones
locales y autonómicas, nos llevan a aventurar unos meses
intensos y especialmente relevantes. Comenzaran los primeros
movimientos para los posicionamientos en las candidaturas y
pueden surgir nuevos conflictos. En el PP no están para
tirar cohetes precisamente y Caballas habrá de cerrar filas
y efectuar un replanteamiento sobre sus señas de identidad
que, para algunos militantes, están un tanto confusas.
Las dimisiones o ceses, aparte de representar una forma de
higiene política muy saludable, también dejan entrever las
consecuencias de hechos poco ejemplarizantes. Las fugas,
como ha sido el caso de Caballas, suelen ser un ejercicio de
protesta que no vienen forzadas por las circunstancias sino
más bien por una reflexión personal y un cambio de rumbo.
Son dos formas de irse: en un caso, por imperativo de los
hechos, y en el otro, producto del convencimiento y la
convicción.
|