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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE JUNIO DE 2014

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Mirchadani elude su responsabilidad

El desenlace del fin de semana folklórico de la II Feria de Día ha sido el precio político de una dimisión forzada con visos de cese que ha tenido que asumir el viceconsejero de Festejos, Salvador Jaramillo. Una primera víctima que no debería ser la única porque, si grave es lo sucedido, peor aun es querer justificarlo con excusas vergonzosas como hizo ayer Premi Mirchandani, quien debería salir también por la misma “puerta grande” que la de su viceconsejero, tras su cúmulo de contradicciones en el día de ayer.

Cuando un servidor público realiza una comparecencia de la importancia de la llevada a cabo ayer por Mirchandani, éste está obligado a llamar a las cosas por su nombre y no disfrazar los ‘ceses fulminantes’ de ‘dimisiones’ y el presunto ‘afán de lucro a costa de supuestos sobreprecios’ de ‘mala praxis administrativa’, en un uso frívolo de los eufemismos, con intenciones dulcificadoras y engañosas hacia unos ciudadanos a los que definitivamente han tomado por idiotas. Hay que hablar claro: este escándalo se ha cobrado, de momento, una cabeza de turco por unas contrataciones sospechosas que huelen a corrupción pura y dura.

Bien al contrario, en su comparecencia el consejero no ofreció explicaciones convincentes y solo trató de eludir su responsabilidad, como si no fuera con él la película, haciendo referencia a informes técnicos que avalarían su firma en los citados decretos, los mismos informes que no han valido para evitar el cese-dimisión de su viceconsejero. ¿Cabe mayor despropósito?

Ese intento de salvar su cabeza a toda costa utilizando los informes técnicos como salvavidas de su propia responsabilidad e insinuando que dichos técnicos son los artífices de la ‘mala praxis administrativa’, es de una gravedad tal, que Mirchandani está obligado a abrir expedientes a los funcionarios de forma inmediata. A no ser que, sencillamente, sea mentira. De lo contrario, no puede dedir que los técnicos avalan las contrataciones y sus precios y quedarse tan pancho.

Los que tampoco deberían quedarse tan panchos ni mirar para otro lado son los funcionarios, a los que Alí ha pedido “no criminalizar de antemano” y a los que Carracao ha solicitado “que se rebelen y que le digan que no al Gobierno, que no traten de contentarles y de solucionar sus desvaríos porque la respuesta del Ejecutivo al final siempre es echarles la culpa”. Porque lo verdaderamente peligroso no es un hecho puntual como es el que ha provocado la dimisión del viceconsejero de Festejos sino que el poder político acabe con la independencia del funcionario, diseñando una administración sumisa a sus intereses y acabando con la posibilidad de que el funcionario diga “no”, lo que provoca debilidades en la Administración de la Ciudad Autónoma de Ceuta, entre las que se encuentran el fraccionamiento de contratos, las facturas sin consignación, la relativa transparencia de las empresas públicas y el abuso de la libre designación. Por ello, en esta ocasión es de resaltar en positivo la actuación del Interventor, con el que hemos sido críticos en muchas ocasiones por su falta de criterio en la fiscalización. Ese es el camino.
 

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