Es lo más potable y lo que uno
espera, cuando han pasado años y años con los mismos rostros
en las mismas instituciones.
Así lo ha entendido hace muy pocos días Pérez Rubalcaba y
así lo ha entendido ayer mismo el propio Rey, Juan Carlos I,
con lo que es de desear que otros, también, tomen ejemplo y
hagan algo parecido.
Y es que el poder desgasta, el poder hace que siempre se
sigan las rutas marcadas y deseadas, con lo que se cometen
errores que no son reparables, en muchas ocasiones.
Y Pérez Rubalcaba, desde hace 30 años, si no antes, ha
estado en puestos de responsabilidad, habiendo llegado a
tener, incluso, más poder que alguno de los presidentes de
Gobierno, pero los últimos tropezones en su partido, primero
en las elecciones generales de 2011 y ahora en las europeas
de 2014, le han hecho reflexionar, con seriedad y ha
decidido dar paso a otros, con nuevas ideas, nuevas
perspectivas y ansia de reconducir el partido a lo más alto,
sitio en el que ahora no está, como es bien sabido, desde
dentro y desde fuera.
En cuanto al Rey, más de lo mismo. Él, que fue el principal
impulsor de la democracia, ha ido perdiendo terreno. Sus
errores y otros errores ajenos a él, pero muy cercanos, le
han colocado en una situación difícil, en los momentos que
vivimos y ha dado el paso definitivo para que sea su hijo
Felipe el que lleve las riendas del país, como Jefe del
Estado, y que pasará a la Historia con el nombre de Felipe
VI.
De todas formas y que nadie se haga demasiadas ilusiones con
romper el sistema establecido, aquí va a haber, simplemente,
un paso, un cambio de escalón por lo que nadie crea que se
va a acostar monárquico para levantarse republicano. Ahora
basta y sobra con aplicar las normas que tenemos muy
claritas, por lo que nadie piense en entrar en otro tipo de
dibujos que no se pueden y no se deben dar.
El Rey, tras un largo viaje al Golfo, donde, una vez más, ha
vuelto a dar la talla, ha decidido lo que ya tendría
pensado, desde hace tiempo y se puede ir con la tranquilidad
del deber cumplido, especialmente, en los años más
complicados de su reinado.
Luego, como humano, tuvo errores, más de uno, supo pedir
disculpas cuando tenía que pedirlas, supo reconocer que, en
algún momento, había perdido el tino, pero tuvo la sensatez
de reconocerlo. ¡Ojalá otros tuvieran este mismo talante y
este mismo semblante!.
¿Y ahora qué?. Ahora nada, ahora a seguir con la aplicación
de los organismos que tenemos y nada más. España tiene que
seguir adelante, con el ansia separatista de unos, el hambre
de poder de otros y, es de suponer, con la cordura que
debiera haber en el PP y el PSOE para que la situación no se
resquebraje.
Y hoy, tengo que repetir lo que dije hace muy pocos días,
refiriéndome a Felipe González, cuando instaba a PSOE y a PP
a un gran pacto de Estado, para que esto pueda funcionar.
En el PSOE y el PP está la llave para que esto siga por el
camino que va, pero mejor para que el país no se resquebraje
por completo, por la presión de grupos minúsculos, que nada
bueno pueden aportar, ni por la izquierda, ni por la
derecha. Esta es la situación que tenemos, y hemos hablado
de dimisiones, pero mirando alrededor me falta que este
mismo gesto se pudiera acrecentar desde aquí. Es lo que
pensamos, cuando hay ciertos descontroles.
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