La Unidad Especializada de Tabaquismo, dependiente de la
Consejería de Sanidad y Consumo, anima a sus pacientes, una
vez logrado el año de abstinencia, a poner por escrito sus
impresiones. Con motivo del Día Mundial sin Tabaco, que se
celebra cada 31 de mayo, el Plan Integral de Tabaquismo
comparte uno de estos casos para animar a los fumadores a
acercarse a su sede, en la Barriada de La Lealtad, en San
Amaro, y formar parte de la campaña Me shumo a dejar de
fumar en 2014.
Dentro de unas horas tendré un diploma que acredita y
recuerda que llevo un año sin fumar. Nunca se me ha pasado
por la cabeza enmarcar y colgar mi título universitario.
Mañana mismo buscaré marco para el diploma del programa de
deshabituación tabáquica, que colgaré orgullosa.
Gracias. Llevaba tantos años fumando como intentando
dejarlo: más de 20. Ahora tengo 38 y lo he conseguido. Por
eso respiro mejor, duermo más y mejor, resuelvo con mayor
soltura los picos de trabajo, mi estómago me agradece a
diario mis nuevos hábitos, mucho más saludables. ¡Qué decir
de mi garganta y laringe! Con la de problemas que me han
dado y ahora… Lo celebro cantando, porque desde que no fumo
canto como duermo, más y mejor. Igual que huelo, tanto a mí
como a los que me rodea (a veces para mi desgracia, pero
también lo celebro).
Me veo más guapa y no es porque lo sea ni porque me haya
cambiado la cara. No. Es porque mi piel está más limpia. Y
también mi pelo, que ya no tengo que lavar a diario para
borrar ese desagradable olor a humo.
Siempre he hecho deporte. La diferencia es que ahora no
toso. Hay que ver, me he pasado media vida creyendo que
toser era normal.
Siempre me ha gustado comer. Ahora me gusta igual pero todo
me sabe más. Así que también esto he ganado.
No necesito echar a lavar la ropa después de cada uso porque
sigue oliendo a limpio, no a tabaco. Y el tiempo me cunde
más. Será porque no pierdo diez minutos de cada 60 echando
un pito y porque estoy mucho menos cansada. En consecuencia,
hago más cosas. He dejado de dormir la siesta y, a esa hora,
estudio. Antes hubiera sido impensable porque después de
comer entraba en un estado de sopor que me obligaba a
tumbarme.
En casa hay, en general, mejor humor. Lo cierto es que me
cuesta menos controlar mi pronto. Siempre tuve algo de mal
genio y, aunque lo sigo teniendo, entre los años y el dejar
ese excitante la cosa ha mejorado.
Disfruto más de mis sobrinas. Antes, cuando fumaba, me daba
un poco de vergüenza que me vieran con el cigarro en la mano
y pasaba ganas de achucharlas. Por lo de mi olor. Igual que
cuando hablo con alguien. Ahora, mientras charlo, no estoy
pensando que quizás mi aliento es insoportable.
Salgo poco, pero cuando lo hago y me tomo unos vinos o una
copa, no me levanto tan mal al día siguiente. También de
aquel mal estado tenía la culpa el tabaco.
Puede parecer una exageración. Sin embargo, no lo es. Cuando
empecé a fumar me cambió la vida. Muchas cosas básicas, en
principio poco trascendentales, cambiaron para mal. Cuando
me di cuenta de lo que ocurría era ya una yonqui del tabaco.
Muchas veces, cientos, y tampoco esto es una exageración,
intenté volver atrás, a cuando no fumaba. Volví tantas veces
como lo intenté. Dejarlo no era un problema. Lo que era
complicado era no volver. De todos esos cientos de veces,
esta ha sido la primera que lo he hecho con ayuda
profesional. La diferencia ha sido abismal. Me he sentido
motivada, entendida y apoyada. Ese apoyo me ha devuelto la
confianza en que podía conseguirlo, porque, lo confieso, no
tenía la más mínima esperanza de que así fuera. Y resulta
que fue. Y hoy me dan mi diploma. Me siento tan bien.
Lo conseguí.
Muchas gracias, Araceli. Gracias también a ti, Chachi. Y
gracias a la Ciudad Autónoma. Dudo que haya muchos
ayuntamientos que tengan a disposición de los ciudadanos
programas gratuitos de deshabituación tabáquica.
De corazón, ha sido un placer.
Nunca olvidaré este favor.
* Ex fumadora
|