El Obispado de Cádiz y Ceuta inaugura hoy en la ciudad una
exposición itinerante sobre la vida de la madre Teresa de
Calcuta. Tal y como ha podido saber este diario, la muestra
será inaugurada a las 18.30 horas en la Santa Iglesia
Catedral, y la misma está compuesta por numerosas
fotografías de la madre Teresa así como reseñas explicativas
de las mismas retrospectivas.
En este sentido, la muestra podrá ser visitada desde hoy y
hasta el próximo día 19 de junio en horario de mañana y de
tarde. Así se ha informado que de lunes a viernes esta
exposición puede ser visitada de 10.00 a 12.00 y de 18.00 a
20.00 horas y los sábados de 10.00 a 14.00 horas.
Bajo el título ‘Vida y espiritualidad de la Madre Teresa de
Calcuta’ la muestra hace un extenso recorrido por la vida de
la misionera. Pequeña de estatura, pero con una fe sólida
como una roca, a la Madre TEresa de Calcuta le fue confiada
la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la
humanidad, especialmente a los más pobres de entre los
pobres. ‘Dios todavía ama al mundo y nos envía, a ti y a mi
a ser Su amor y Su compasión con los pobres”, dijo en
numerosas ocasiones. Ella fue un alma llena de luz de la luz
de Cristo, encendida con su amor hacia Él y con el deseo
candente de ‘saciar Su sed de amor por las almas’.
Toda la vida de la Madre Teresa y su labor, han sido
testigos de la alegría de amar, la grandeza y la dignidad de
todo ser humano; ella valoraba mucho las pequeñas cosas
hechas con fe y con mucho amor, y del incoparable valor de
la amistad con Dios. Pero hay otro ámbito heroico de esta
gran mujer, que fue revelado después de su fallecimiento.
Oculto a todas las miradas, oculto incluso para las personas
más cercanas a ella, fue su vida interior, marcada por una
profunda y dolorosa experiencia, permanente, por la que se
sentía alejada de Dios, incluso rechazada por Él, a la vez
que aumentaba su creciente amor por Él.
La Madre Teresa dejó un testamento de inamovible fe,
esperanza indestructible y extraordinaria caridad.
Su respuesta a la petición de Jesús: ‘Ven y se Mi luz’, hizo
de ella una Misionera de la Caridad, una ‘madre de los
pobres’, un símbolo de compasión por el mundo, y testigo
viviente del sediento amor de Dios.
En poco menos de dos años después de su fallecimiento, en
vistas a la reputación de santidad ampliamente extendida de
la Madre Teresa y a los favores concedidos por su
intercesión y de los que se empezaron a informar. El Papa
Juan Pablo II permitió que se abriera la Causa de
Canonización. El 20 de diciembre de 2002, aprobó el decreto
confirmando sus virtudes heroicas y un milabro atribuido a
su intercesión. El 19 de octubre de 2003, el Santo Padre
beatificó a la Madre Teresa ante una alegre y orante
multitud de, al menos 300.000 personas, unidas en la Plaza
de San Pedro en un espíritu de acción de gracias a Dios por
el regalo de su vida y su santidad.
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