Es lo que pasa con los políticos y
los debates en cualquiera de las televisiones a las que
vayan, con lo que el “simulacro de debate” del lunes no fue
una excepción.
En honor a la verdad, debo decir que tras el fiasco del
“cara a cara” entre Helena Valenciano y Arias Cañete, no le
quedaban a uno demasiadas ganas de aguantar otro “pestiño”,
con la “pandilla” que formaban el lunes.
Y he utilizado el término “pandilla” en el mejor de los
sentidos, por aquello de que era un grupo con un mismo
objetivo, nada bueno por cierto, tratar de “agarrar” unos
cuantos votos más.
Sin embargo, sí que me quedé hasta casi el final viendo eso
que no encuentro palabra para denominarlo, porque debate no
fue, repito que me quedé, por las buenas relaciones
personales que desde hace muchos años he tenido con González
Pons, uno de esos políticos que, en el plano personal,
siempre fue un buen tipo, una buena persona, y en el plano
político, posiblemente tendrá alguna sombra, pero creo que
es un hombre de ley, hasta ahora lo fue, al menos, y nunca
parece que haya estado en nada alarmante.
Su actuación, en ese intercambio, no de golpes, sino de
“caricias” me pareció digna, comparada con la vomitiva
actuación de alguno de los catalanistas que no sé qué podían
pedir a Sevilla, a Ceuta o a mi pueblo, pero que sí tuvieron
la oportunidad de hacer propaganda separatista, con piel de
cordero, pero con garras de león. Y eso que estas elecciones
lo que implican es unidad, refuerzo, cada vez más, a una
Europa grande y cada día más unida.
Creo, sinceramente, que ese par de defensores de lo que es
el simple separatismo y la atracción catalanista, tras su
intervención, no van a lograr ni un voto desde Algeciras a
Irún y desde Almería a La Coruña. En mi pueblo, en Ávila, ya
tienen todos los votos conseguidos y en Ceuta creo que habrá
intereses más dignos que los que defienden ese par de
sujetos. En sus dominios, que logren los que quieran.
Sí me gustó, al menos a ratos, el representante de UPyD que,
cuando menos, demostró que conoce Europa, que conoce la
realidad europea y que no se entretuvo en tirar “chinitas” a
los otros. El fue a lo suyo y con la lección bien aprendida.
El representante de IU no sé si estaba pensando en la Europa
de hoy, por la que se va a votar o si prefería la Europa del
Este, de hace 40 años, y es que no me explico como a estas
alturas puede haber iluminados y corrientes que apoyen a
personajes de este tipo, puesto que parece que había
“comulgado” un rato antes con el “catecismo de Stalin”.
Y dejo para el final el bis a bis entre Jáuregui y González
Pons, que debiera haber sido el peso auténtico de esa mesa
redonda, de no ser porque el ex ministro Jáuregui estaba en
otro barrio, sin salir al paso, con la energía que
necesitaba actuar, en las intervenciones de los
catalanistas, o en las del representante de IU. No sé a qué
jugaba el ex ministro, y eso se notó más, porque el único
freno que se intentó poner a los “separatistas” corrió a
cargo de González Pons, posiblemente porque como valenciano
que es y que lo vive, sabe el peligro que implican las
correrías que pretenden llevar a cabo desde Cataluña, con lo
que quedó claro que “la peor cuña que hay es la de la misma
o parecida madera”. González Pons con la corrección que
siempre le caracteriza estuvo y supo estar en su sitio,
incluso cuando tuvo que recordarle a Jáuregui lo que se
hizo, en tiempos no muy lejanos, siendo ministro con
Zapatero.
A pesar de todo esto las ovejas se hubieran aburrido con
todos ellos.
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