No hay ni un solo ejemplo que
podría marcar la excepción a la regla, que demuestre en este
Gobierno de la Ciudad, su capacidad para asumir las
responsabilidades políticas. Nunca jamás se produjo un
ejercicio de responsabilidad de esta naturaleza y tampoco
hubo una muestra de higiene democrática para demostrar que
“quien la hace la paga”. Hubo errores de todos los colores y
nunca pasó nada. Tuvimos el “caso Urbaser” con un exceso de
pago sin que nadie se responsabilizara de lo que calificó
Juan Vivas como “fallo administrativo”, más recientemente
desde el sindicato de UGT se acusa de falta de transparencia
las listas del Plan de Empleo y el Gobierno, lejos de dar un
paso al frente y demostrar identidades, con nombres y
apellidos, trata de negar la mayor con un ocultismo que
suena a sospechosa conducta de encubrimiento. Y todavía los
hay que defienden este comportamiento tenebroso, sin
percatarse que pudieran llevarse una gran sorpresa.
El caso de RTVCE es el penúltimo capítulo de la negación a
asumir responsabilidades: la empresa se ha cansado de decir,
por activa y por pasiva, que el fallo judicial ha sido
producto de un error, aunque no han dicho de quién es el
error: ¿del juez como le dijo el abogado de la empresa o de
algún responsable de la misma que no supo, quiso o ignoró
que había que subsanar algo, en tiempo y forma? Ahora no
caben lamentaciones y, menos, poner como pusieron a los
trabajadores a caer de un burro, desde tribunas
institucionales y con toda solemnidad y desde la oposición
por alguien con vinculación sindical. Ahora es el momento,
una vez pagado lo que se debía a los empleados públicos de
asumir responsabilidades. Sin embargo, mucho nos tememos que
no se defenderá el dinero público como propio.
Responsabilidades políticas: nunca jamás
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