Buenos días, Ceuta.
Desde la atalaya de la terraza de mi casa mis cansados ojos
contemplan, en la clara nocturnidad del día, las agitadas
aguas de un embravecido ‘Mare Nostrum’, quejoso del
petulante Levante que sopla con intensidad bajante, como la
Bolsa, y al mismo tiempo, con un breve giro de órbita,
observo el debate entre el conservador y la supuesta progre.
Alguna que otra vez he asistido a debates ‘medio políticos’
de los que he salido con la duda de que si los participantes
estaban cuerdos o les faltaban apretarles bien los
tornillos.
Bueno, al margen de esta mención anterior, he de insistir en
la nulidad de este tipo de debates electoralistas donde sólo
comparecen dos políticos representantes de los partidos
hasta ahora mayoritarios.
Es, al parecer, una consigna de estos dos partidos
mayoritarios.
Por lógica y en honor a la auténtica democracia, para unas
nuevas elecciones no se debería contar con la experiencia de
las anteriores en relación a preponderancia de partidos por
encima de otros,
En una auténtica democracia (aunque ya sabemos que en este
país no existe tal democracia), ante unas nuevas elecciones
todos los partidos inscritos en el proceso tienen los MISMOS
DERECHOS Y OPORTUNIDADES sin distinción alguna.
No vale por que hayan sido los partidos más votados en
anteriores campañas electorales, no. Eso pertenece al
pasado.
En fin, entrando de lleno en esta polémica sobre debates
políticos, el del jueves fue de esos en que se debate más de
lo mismo.
Tanto Arias Cañete (PP) como Valenciano Martínez-Orozco
(PSOE) se centraron en temas más de sainete tipo ‘Sálvame’
que en ofrecer posturas que soluciones lo problemas del
país.
Esta costumbre de echar en cara del contrincante los
respectivos errores… ¿a qué conduce?
Para empezar, no creo que sean importantes estas elecciones,
para los ciudadanos en general, por cuanto lo que se decida
en Europa va para los gobiernos de los países y el poder
ciudadano nada o poquísimo cuenta.
Son actitudes políticas que a nada conducen, en referencia
siempre a los ciudadanos, si no es para buscarle los tres
pies al gato y someter a éstos, a los ciudadanos, a
directrices suicidas, económicamente escrito, con decisiones
totalitarias sobre las que de nada servirían las
reclamaciones ni los reproches.
¿A qué viene que salgan a relucir con supuestas
recuperaciones de España, por parte de Cañete (me hace
gracia eso de dar cañas) y con bancos enriquecidos, por
parte de Valenciano?
Aunque el debate se dividió en cinco bloques, creo que se
fijó en uno solo: “Reproches mutuos”, que no constaba en la
planificación a la que llegaron ambos partidos.
Vulgar pelea de bar barriobajero donde no han mostrado ni
proyectos ni soluciones para los males de la sociedad
española, excepto para quienes componen la clase ‘rica’ del
país.
Con dos dedos de frente, solo para este caso, se habrían
dado cuenta que con ese debate están fomentando la
abstención en toda regla.
No se dan cuenta que han llegado a saturarnos y que sus
debates recuerdan aquellos combates de lucha libre, en los
que salen disfrazados y realizan elaboradas coreografías
para luego entrar junto en los vestuarios, aunque ignoro si
la progre llega a tanto…, eso de meterse en la ducha y que
se le caiga el jabón.
Mientras no haya un auténtico debate, con todos los
representantes de partidos político inscritos en el Registro
de ídem y apuntados a las elecciones del momento, será un
continuo cero, -a la izquierda, al centro o a la derecha-,
en el sistema democrático del país, y de cualquier otro país
que pretenda ser eso.
Bipartidismo puro y duro y encima para que luego digan que
el teatro están en crisis.
¿Por qué no realizan debates directos, sin amañarlos, con
los ciudadanos?
Responder a preguntas de los ciudadanos, directas y lógicas,
dejarían a los políticos con la soga al cuello y echarían
mano a su almacén de recursos defensivos de respuestas
totalmente retóricas. Quedarían retratados en su verdadera
dimensión.
En fin, la vida sigue y yo también.
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