No hay duda alguna, la muerte de
Isabel Carrasco no fue fruto de la casualidad, ni tampoco de
una rabieta momentánea, esa muerte estaba programada y bien
programada, si hacemos caso a las manifestaciones de la
mujer que presuntamente disparó en tres o cuatro ocasiones y
segó la vida de la que era presidenta de la Diputación
Provincial de León.
Y la situación se hace más complicada, cuando la propia
mujer que dice haber sido la que apretó el gatillo en tres o
cuatro ocasiones, dice también que esto lo venía tramando
desde hace año y medio, además de que en otras tres
ocasiones la tuvo “ a tiro” y si no disparó fue porque la ya
ex presidenta de la Diputación de León estaba acompañada.
La situación, por otra parte, “huele” a cierta trama, ya de
antemano, posiblemente, por el exceso de poder de Isabel
Carrasco o por su prolongada estancia en ese poder.
No deja de ser sintomático que los disparos vengan de otra
persona del PP, eso no es baladí y debería hacer que los
partidos políticos, en vez de mirarse tanto el ombligo,
miraran lo que les rodea por dentro y por fuera.
Los partidos políticos cuanto más poder tienen, tantos más
seguidores están “haciendo la corte” para un día llegar a
eso de “qué hay de lo mío”, algo que nunca se sabe qué es,
pero que es algo reservado en exclusiva para alguien.
Mala situación esta y mucho peor se hace cuando ciertos
“carreristas de la política” se asientan en un cargo y,
salvo que sea para ascender a otro superior, de ahí no los
mueve ni la madre que los parió.
No sé cuantos carteles publicitarios habrá pegado la mujer
esta que ha terminado con la vida de Isabel Carrasco, no sé
cuantos habrá pegado su hija, pero es muy posible que una y
otra hayan pegado muchos más que la ex presidenta de la
Diputación de León, con lo que ver que una se había
aposentado en un auténtico virreinato y ellas dos no habían
logrado nada, pudo dar pie a ... .Es el mundo que estamos
viviendo y es el mundo que rodea a la política, desde hace
ya muchos años.
Urge, en los cargos políticos, en los de “dedo” o en
aquellos que se eligen regularmente en unas elecciones
democráticas, acortar tiempo en el poder, para de esta forma
no ser unos cuantos la “crema y nata” de los partidos, los
que se colocan en la poltrona para siempre, mientras que
otros, también válidos, encuentran cerradas todas las
puertas.
El hecho de que una persona se mantenga 8, 12, 20 años en un
cargo, no es lo más potable, como no es potable que un
alcalde o un presidente de Gobierno esté más de un par de
legislaturas.
Los partidos deberían ser mucho más abiertos, no deberían
estar cerrados para muchos y abiertos a unos pocos, tan
sólo.
Y es que todos los de mi generación y las dos anteriores,
rechinábamos los dientes por la prolongada permanencia de D.
Francisco en la Jefatura del Estado, pero un poco más tarde
hay muchos que no reniegan de que Felipe González, ganando
legítimamente en varias elecciones, estuviera todos los años
que estuvo como presidente del Gobierno. Los ceutíes, al
menos muchos, no reniegan de que su alcalde lleve más de una
docena de años en la Alcaldía y los abulenses, por ejemplo,
algunos, tampoco, protestan porque el presidente de la
Diputación de Ávila lleve en el cargo, en torno a veinte
años y sigue sin querer dejar la poltrona.
A pesar de todo, no hay nada que justifique el que a alguien
se le quite la vida a tiros.
|