Fue durante el verano de 2012,
entre junio y julio, cuando el primer equipo de fútbol de la
ciudad perdió la categoría –Segunda División B- por no haber
podido saldar su deuda con la Asociación de Futbolistas
Españoles (AFE). El descenso de la Asociación Deportiva
Ceuta había sido anunciado a bombo y platillo mucho antes
por quienes deseaban a todo trance la desaparición del club.
Sujetos que sabían de buena tinta que la decisión estaba ya
tomada por parte de la única persona que hubiera podido
evitar lo que sí evitó Juan José Imbroda en Melilla.
Juan Vivas no había escatimado ayuda alguna a la ADC
mientras estuvo dirigida por directivos seleccionados por su
asesor futbolístico y turístico: Antonio García Gaona.
Gestión que acabó como el rosario de la aurora. Y que
propició, en cierto modo, la llegada de José Antonio
Muñoz a la presidencia. Con el beneplácito de cantidad
de socios y aficionados.
La llegada de la nueva directiva fue admitida a
regañadientes por nuestro alcalde y, por supuesto, por
cuantos habían estado haciendo y deshaciendo en la entidad.
Sobre todo, y conviene decirlo cuanto antes, por miedo a que
el presidente del club accediera a los libros de
contabilidad y a los pagos correspondientes a los organismos
públicos. Así que se imponía acabar con la entidad deportiva
cuanto antes.
Ese cuanto antes se presentó con la crisis económica. La
cual propiciaba poder decirles a los ciudadanos que las
subvenciones al primer club iban a ser suprimidas. Situación
que fue aprovechada por nuestro alcalde para halagar los
oídos de quienes despotricaban contra el fútbol. Actuación
demagógica que mantuvo todo el tiempo que creyó necesaria.
Hasta que se consumó el desastre.
Desastre futbolístico que había sido solicitado por
Caballas, en no pocas ocasiones. Y que vino a reforzar aún
más el interés que ya tenía nuestro alcalde por darse
semejante gusto. Era algo que ansiaba hacer y, llegado el
instante, lo llevó a cabo con sumo gusto. Deleitándose,
además, mediante la certeza de haber jodido a alguien a
quien llevaba mucho tiempo tratando por todos los medios de
sacar de sus casillas.
El descenso administrativo y la desaparición del primer
equipo de la ciudad fue cosa de coser y cantar. Aunque es
bien cierto que cuantos aunaron voluntades para dejar a
Ceuta sin fútbol profesional, no cayeron en la cuenta de que
hay personas que se crecen ante el castigo. Y, cuando
quisieron reaccionar, ya había otro equipo dispuesto a
competir para recuperar la categoría perdida con malas
artes. Ese equipo, que ayer no pudo ganar para ser segundo
en la clasificación, ha terminado ocupando plaza como
cuarto. La que también está premiada con disputar partidos
de ascenso a la categoría que nunca se debió perder en 2012.
Premio logrado gracias a la voluntad y a los conocimientos
de dos o tres personas que aman el fútbol por encima de
componendas políticas o de aversiones personales. Premio que
viene a compensar las muchas dificultades sorteadas y
obstáculos salvados por quienes sabían de antemano que no
habría recompensa alguna. Y premio a una plantilla modesta,
compuesta por una mezcla de jugadores jóvenes y veteranos,
que ha sabido adaptarse a las precariedades de un club
dirigido extraordinariamente por Asián y Ávalos.
Sí se puede…
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