Diariamente, cuando mis
obligaciones me lo permiten, sin excusas ni pretextos. Para
expulsar las nocivas toxinas para la salud, dedico más de
una hora a caminar por las diferentes rutas del colesterol
existentes en Algeciras. Ejercitando mi cuerpo y mente en
busca de un bienestar personal. Pero como esta ciudad donde
resido y donde pago los recibos e impuestos de la basura,
contribución, alcantarillado, circulación de vehículos… es
reducida en número de habitantes y muy cortita en otros
muchos aspectos, nos conocemos de vista y de algo más todos.
Por ello, los andarines, somos siempre casi los mismos,
dependiendo cuando se realicen las caminatas. Aunque, los
hay quienes, en vez de llevar en su caja torácica un corazón
con o sin marcapasos. La empresa a la que pertenecen, y a la
que obedecen sin rechistar a pesar de las arbitrariedades,
les ha colocado pilas alcalinas, para que den más vueltas
que los tiovivos en las ferias. Salvo, cuando les toca el
turno de centinela. Como puede ser el caso de un lacero al
que denomino con el sobrenombre de ‘El cura’, al que lo
observo ofrecer ‘misa’ de paisano, hasta en una esquina del
Corte Inglés, frente al colector de aguas fecales.
Supongo, por si por las cloacas se realizan desembarcos de
‘morruños’ no fieles a su sistema, y los tiene que bendecir
con sus hostias consagradas. Comprobando, así tan
medioambiental, la contaminación excremental perruna
existente. Porque perros sarnosos los hay por todos los
rincones con o sin pedigrí, sin que sus dueños depuren las
evacuaciones que se vierten a la redes inmundas comunitarias
o cuando defecan en las calzadas o aceras.
No sé, qué es lo que tienen ciertos aguafiestas políticos
para bendecirlos. Porque a pesar de que se paguen los mismos
o más impuestos que en la capital de los reinos Borbónicos.
Aquí poca contraprestación se recibe a cambio. Porque por no
haber, no hay, ni depuradora de aguas fecales. A pesar de
que, casi todas las formaciones políticas, por no decir
todas, durante sus legislaturas desde el comienzo de esta
descafeinada y corrupta democracia, intentaron con mucha
palabrería, estando en la oposición, solucionar dicha
pestilencia.
Pero desde el poder ninguna de ellas ha hecho lo posible
para solventar tanta fetidez, a pesar de que, por ahí andan
las criaturas tapándose las fosas nasales. Porque cuando hay
bajamar, el hedor que desprenden los colectores de la
antigua playa de ‘Los Ladrillos’. Es como para que el Rey,
el Gobierno central, el autonómico andaluz y el local
algecireño con toda la oposición y sus cortes celestiales de
saltimbanquis y panderetas. Realicen sus secciones a pecho
descubierto y sin mascarillas. Para que se les cayera
lagrimones pestosos, de igual forma que se nos caen a muchos
viandantes cuando pasamos por allí a pié o circulando en
vehículos.
Otro asunto que me preocupa, es el alarmante estado en que
se encuentran determinadas calles y carreteras locales… al
tener más boquetes que las arcas municipales de muchos
ayuntamientos. Desconociendo, si en Algeciras próximamente
se va a rodar una nueva versión de la película de Tarzán en
la Selva. Porque hay baches y socavones como para enterrar a
la ‘Chita’ y a todo el zoológico político español. Aunque,
es posible, que el Gobierno se saque de la manga otro ‘Plan
E’ como el del PSOE, para tapar tantos agujeros
perjudiciales para la salud de la democracia.
En fin… sigo haciendo amigos sin necesidad de ello. Pero
creo que, un concejal de cualquier lugar, es presuntamente
más de lo mismo, que el de Cuenca o el de Madrid,
independientemente de las siglas políticas a las que
pertenezcan. Porque cuando están en la oposición prometen a
la población hasta juntar el Cielo con la Tierra. Pero
cuando alcanzan el poder se olvidan de lo prometido.
Deseo, estimado lector, a través de esta ventana a la
libertad de expresión, que me concede el diario
independiente ‘El Pueblo de Ceuta’. Finalizar esta tribuna
libre de opinión, transcribiendo un chiste que me contaron
hace un tiempo, que dice así:
“Una maestra hizo una encuesta entre sus alumnos, sobre las
profesiones de sus padres. Uno le dijo que su padre era
panadero, otros que eran albañiles, electricistas…
Cuando le llegó el turno a Jaimito, contestó que su padre
trabajaba de noche en un club gays, donde los hombres le
daban dinero y hacía el amor con ellos. La maestra, sintió
tanta vergüenza que no sabía donde meterse. Pero
aprovechando que Jaimito fue al baño, preguntó a los alumnos
si era verdad lo que Jaimito había dicho sobre la profesión
de su padre. Contestándole uno de ellos, --¡qué va,
señorita!, porque su padre es político desde hace treinta
años y le da vergüenza decirlo--”.
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