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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE MAYO DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Elecciones y cleptocracia
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Sería lo bueno que al llegar unas elecciones como las del próximo día 25 la afluencia a las urnas fuera masiva, al ver que con su voto cada uno está colaborando para decidir algo que nos beneficia a todos.

Eso sería lo bueno, pero no se va a dar y aunque, a lo largo de estas dos semanas, desde todos los grupos que concurren, con la esperanza de estar representados en Europa, todos y cada uno de ellos se están “desgañitando”, el resultado final será que la abstención, como poco, rondará el 40%. Y me parece normal que así sea, por cuanto unas elecciones y ya van muchas seguidas, en España no nos están trayendo una verdadera democracia, sino que lo que venimos soportando y cada vez más es una auténtica cleptocracia, por parte de un número muy elevado de políticos que, en vez de trabajar por el bien de las instituciones, de todas ellas, muchísimos de estos políticos, vienen actuando como auténticos vampiros, de gran altura y, eso sí, de guante blanco.

Mal que nos pese y podemos ir recorriendo las diversas instituciones, la España de hoy está sumida, o mejor dicho es, una cleptocracia que ya viene de largo, porque se dejó ver en las etapas finales de Felipe González, cuando hubo un grupo de vampiros que iba cogiendo lo que estaba más a su mano: BOE, director general de la Guardia Civil, con todo el show que se montó en torno a él y un largo etc, que hizo abrir los ojos a muchos de los que, por aquella época no pensábamos que pudiera haber tanto desahogado suelto. Más tarde, mientras Aznar estuvo en la Presidencia del Gobierno parecía que se iba frenando o corrigiendo ese ansia de poder o de apoderarse de lo que no era suyo. En principio sí se enmendó aquella tendencia, pero en la segunda etapa del propio Aznar se disparó otra vez y, desde entonces, hasta hoy da lo mismo que sea un pueblo de 2000 habitantes, una Ciudad de 85.000, una comunidad autonómica de las más grandes, caso Andalucía o una comunidad uniprovincial, como Cantabria, en todas partes y con cualquier tipo de siglas lo primero que aparece es como mete la mano el tío Romualdo o don “XX”.

Son simples ejemplos los que he citado, en todos ellos se ha metido la mano, pero en otros muchos miles de casos que no he citado, partiendo de Ceuta y llegando hasta mi pueblo, a lo largo de los últimos 35 años, en pocas ciudades y en poquísimos pueblos no hubo algo de esto. Es cierto que en algunos de esos casos se pagó con la cárcel, en pocos es cierto, pero a mí no me interesa que a uno lo lleven a la cárcel, a mí lo que me agradaría es que de todos esos casos se hubiera devuelto el dinero y que sepamos, ni del BOE, ni de “Gurtel”, ni de los famosos “eres” o de esos otros “también famosos cursos de formación que no se impartieron”, por poner algún ejemplo, de ahí no se devolvió un real o una peseta, porque también con la peseta en circulación se metía la mano en el talego.

A lo largo de los próximos días, además de darnos la tabarra y molestarnos mucho con los altavoces, por las calles, y con las repetidas pasadas que habrá por todo tipo de barriadas, muchos de los de buena voluntad se creen que, tal vez, votando otra vez, se logre calmar el ambiente de rapiña que hay en la casta política y aunque faltan dos semanas para esas votaciones podemos asegurar que a esos, a los que se dedican al trinque, no les frena nadie, en cuanto vean donde es fácil meter la mano. Es, creo yo, el componente básico que acompaña hoy a aquel que se dedica profesionalmente a la política en España, claro que con esas excepciones, pocas, que debe haber y que damos como natural.

En estos días me voy a pensar, con tranquilidad, si merece la pena ir a votar, sé que al final votaré, como otras veces lo hice, pero lo que tengo muy claro es que mi voto prefiero que sea voto perdido, antes que dárselo a nadie que gracias a él pueda ejercer con fuerza para volver a organizar unos “cursos” como esos de la comunidad vecina y que tanto están dando que hablar.

Llegados a este punto, se necesita tener poca vergüenza para que, desde ciertas siglas, con lo que esconden en sus filas sean capaces de censurar a otros. Claro que con una cleptocracia disfrazada de democracia todo es posible.
 

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