Fue anteayer, por casualidad, que
le oí decir a alguien que él compraba el periódico añejo
para recibir una barra de pan como regalo. Y se me vinieron
a la memoria, con celeridad, los años grises; conocidos
también como los años del miedo. Y hasta recordé que la
Prensa del Movimiento, o Red de periódicos del Movimiento
Nacional, durante el franquismo pasó a llamarse Medios de
Comunicación Social del Estado.
En ese periódico, que ofrece a sus lectores el pan nuestro
de cada día, lo que todos conocemos por habitual, tiene
nuestro alcalde su rincón de seguridad desde hace ya mucho
tiempo. Vamos, que se siente muy protegido. Cierto que
semejante protección debe de costarle un ojo de la cara.
Sí, ya sé que usted, alcalde de todos nosotros, se ha
percatado muy pronto de que la preposición situada detrás
del verbo deber cumple función muy principal. La de no
asegurar nada cuando a uno no le da la gana. Pero lo que sí
le puedo sostener es que en ese periódico que regala chuscos
a granel, como si quisiera seguir rindiéndole homenaje a
Auxilio Social, sus errores son silenciados y sus aciertos
volteados al aire como campanas tocando a gloria.
En ese periódico añejo -ahora más que nunca por hacerme
recordar los años oscuros de mi niñez, mediante reparto de
pan como se hacía con las cartillas de racionamiento-,
Juan Luis Aróstegui, socio de Vivas, también cuenta con
su rincón de seguridad. Y lo aprovecha -cada jueves- como
arengario. Como balcón principal desde el que se dirige a
los ceutíes para enardecer los ánimos de los lectores contra
“la extrema derecha que está tan crecida y reclama
tremebundamente la aplicación de su añeja receta, que no es
otra que la mano dura, para todo el que no encaje en el
perfil que ellos denominan personas de orden”. En Ceuta,
además, el socio de nuestro alcalde no se corta lo más
mínimo en tachar de racista a esa extrema derecha.
Extrema derecha en la que sitúa, arengador tan aburrido –qué
bien le vendría escribir con cierto desenfado-, a
Francisco Antonio González. La otra derecha, la
moderada, sigue a Vivas. Quien, según Aróstegui, vive
convencido de ser todo un líder. Con tirón suficiente para
hacer de intermediario entre ambas partes a fin de que los
seguidores del Delegado del Gobierno no sigan dándole vida a
ese monstruo, la extrema derecha, que es una amenaza para la
ciudad
Eso sí, el arengador reconoce que su socio, Vivas, es un
ingenuo de tomo y lomo y que vive adormecido por los
arrullos de los votos que consigue en las urnas. Y deja
entrever que, por más que él lo viene asesorando, no parece
estar dispuesto a resolver el problema entre las partes
encontradas del PP. Y se lo achaca a que tiene todo el miedo
del mundo a perder votos.
No me extraña, pues, que Francisco Antonio González tuerza
el gesto cada vez que tiene que soportar a Vivas en
cualquier acto. Y qué decir cuando le toca tener que lidiar
con Aróstegui. Y, desde luego, no hace falta ser tan listo
como el sindicalista para pensar que Pacoantonio debe
acordarse de todos los… santos de Vivas por permitirle éste
a Juan Luis que use el arengario del periódico añejo para
dividir al Partido Popular y, sobre todo, para perseguirlo a
él sañudamente. Pacoantonio, que ya sabe que la vida es lo
que es…, cualquier día toma por la calle de en medio. Y pone
el negocio del pan en un compromiso. Antes de que se lo
merienden a él.
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