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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE MAYO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Urbaser no paga ni la luz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dado que me fue imposible atornillarme delante de la tele, por necesidades que no vienen al caso contar, me borré como espectador del pleno celebrado anteayer, tras quince o veinte minutos en los que estuve muy atento al final del debate que mantenían Emilio Carreira y Juan Luis Aróstegui. Discusión de la que opiné por encima. Y que habrán podido ustedes leer, ayer miércoles.

Así que he tenido tiempo para llegar a la siguiente conclusión: el portavoz del Gobierno y el dirigente principal de la coalición Caballas forman un dúo dispuesto a hacernos creer que ambos defienden intereses distintos. Y hasta puede que estén consiguiendo engatusar con sus actuaciones a no pocos televidentes y lectores. Pero ambos cometerían craso error si creyeran que todos los ciudadanos se chupan el dedo.

Y la mejor manera de no pasar por simple, en mi caso, es buscarle un significado distinto del que aparenta la comedia que representan Carreira y Aróstegui en cada pleno. Los dos han dado en la manía de creerse grandes comediantes. Y parece que no se dan cuenta de que a los dos se les ve el plumero: porque uno y otro están al servicio de Juan Vivas.

Uno, Aróstegui, enciende la mecha de la discordia, ya preparada de antemano; y el otro, Carreira, la rebate mediante adulaciones a nuestro alcalde y amenazas veladas a un Aróstegui que sigue teniendo su peor lastre en haber sido consejero de Economía y Hacienda. Algo que le suele recordar, a cada paso, el portavoz del Gobierno. Y éste lo hace recreándose en la suerte con maliciosa alegría.

La obra, cada vez que se pone en escena, o sea, en cada pleno, deja a los comediantes muy satisfechos y ávidos de recoger aplausos, entre bajadas y subidas del telón; todo ante el contento del director del asunto que es, como ustedes saben sobradamente, nuestro alcalde. Que siempre ha tenido dos deseos artísticos: la de ser poeta de renombre o especialista en montar espectáculos de farsa o fingimiento.

Lo de ser poeta, la verdad sea dicha, es logro que no está al alcance de nuestro alcalde. Por más que lo intente. Incluso sin tomarse el menor respiro. Lo cual no hace sino evidenciar que se pasa el sentido del ridículo por sus partes pudendas. Bueno, nuestro alcalde lleva ya mucho tiempo que se lo pasa todo por la entrepierna.

En cambio, como director de comedia podría conseguir un Goya a la mejor dirección: pues él, si ustedes reparan un poco en sus actuaciones, durante muchos años, siempre ha destacado tanto o más como destacó el fiel adicto de Stalin. Un tal Kruschev: de quien se decía que era bastante hipócrita, adulador y comediante.

A lo que iba, pues si no soy capaz de divagar o extraviarme en el discurso, Carreira y Aróstegui se lo han sabido montar, haciendo de las sesiones plenarias comedia. La tragedia, como suele haber en toda obra burlesca que se precie, aparece en cuanto sale a relucir Urbaser. Entonces, el actor principal, que hace de portavoz del gobierno, simula endurecimiento de rostro, abre los ojos de par en par y, mirando fijamente a Juan Luis, le reprocha que también haya caído en el ‘caso Urbaser’. Y, a renglón seguido, amenaza: Tendré que recordarle por qué está ahí sentado. La empresa Urbaser, mientras tanto, sigue sin pagar la luz. O sea.
 

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