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OPINIÓN - DOMINGO, 4 DE MAYO DE 2014

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 28.

En cuanto me entero de que el ‘caso Urbaser’ ha sido archivado y, convencido de que sus motivos habrá tenido la titular del juzgado que lo haya decidido, me acuerdo inmediatamente de lo que yo escribí al respecto el 21 de julio, de 2013, en la miscelánea semanal. Lo cual transcribo literalmente: “Me vuelven a hablar del ‘caso Urbaser’, y no es precisamente para darme ánimos acerca de que el asunto vaya a ser investigado como merece el pago indebido de camiones ya amortizados por valor de 14 millones de euros, sino todo lo contrario. Me ponen al tanto de cómo montones de papeles referentes a una operación tenida por posible caso de corrupción, se está muriendo de risa en un lugar del edificio de la Policía Nacional, sito en la plaza de Colón. Y es así, según me cuenta un confidente, porque alguien ha dado la orden de no ir más allá en ese tema. No vaya a ser que se descubra lo que no es conveniente y se arme la de Dios es Cristo. Lo que no deja de ser una noticia funesta para cuantos arden en deseos de conocer qué sucedió con los pagos indebidos a Urbaser por camiones amortizados. No en vano dichos pagos han sido motivo de escándalo político durante muchos días. Y, sin duda alguna, propició, en su momento, la dimisión del concejal de Economía y Hacienda y portavoz del gobierno, Guillermo Martínez”.

Martes. 29

Nuestro alcalde, tras acusar ayer al PSOE y a este periódico de usar el ‘caso Urbaser’, sigue dándole a la mui en los medios afines para ponerse bien puesto. Ha emprendido el pobre hombre una campaña de discursos con el único fin de alabarse a sí mismo para causar buena impresión en los demás. Y, claro, no se le cae de la boca la palabra honradez. La recita, incluso, mejor que podría hacerlo cualquier mocito viejo, defendiendo a su santa madre. Por más que nuestro alcalde no disfrute de la condición de soltero. Así, de tanto gritar su honradez, sin que nadie le haya dicho, todavía, que se lo haya llevado calentito en ninguna operación, se expone a que alguien eche mano del socorrido tópico: “Dime de qué hablas y te diré de lo que careces”. Ahora bien, a nuestro alcalde, cuanto más habla, y más hace uso y abuso de su ser hipócrita, más deja entrever que su fantasía le lleva a falsear la realidad, a veces con propósitos que pueden llegar a ser detestables. En suma: nuestro alcalde tiene más cuento que Calleja.

Miércoles. 30

Ayer por la noche, cuando Pedro Proença dio por acabado el partido Bayern-Madrid –por cierto, magnífico arbitraje del portugués-, sentí la satisfacción que produce el fútbol cuando el equipo con el cual uno se identifica consigue la victoria. Y sobre todo si ésta es obtenida frente a tan grande rival y en un escenario de ensueño. Al Real Madrid, tras las continuas pruebas de su entrenador para situar a sus hombres en el campo, durante muchos meses, le ha sentado a las mil maravillas emplearse en el césped mediante el 4-4-2. Sistema que a mí siempre me ha chiflado cuando he tenido los jugadores adecuados. Algo que todos los sistemas tácticos requieren. En el caso del 4-4-2, los dos delanteros más avanzados deben explotar todas las debilidades de los zagueros centrales, con desmarques a la derecha, a la izquierda, hacia adelante y hacia atrás, con funciones de presión sobre el más técnico de los defensores adversarios. Pero también es sumamente decisivo que por las bandas haya jugadores veloces, trabajadores y con técnica suficiente para hacer del contragolpe arma letal. Cristiano, Benzema, Di María y Bale componen ese cuadro mágico capaz de practicarlo perfectamente. En el estadio Allianz Arena, además de lo dicho, que no es moco de pavo, Modric y Xabi Alonso estuvieron colosales. Y, por supuesto, los cuatro defensas blancos. Mención especial merece Sergio Ramos: puesto que, siendo uno de los mejores zagueros del mundo, venía cometiendo torpezas inconcebibles. Ayer por la noche tuvo la oportunidad de redimirse de todos sus pecados futbolísticos. Aleluya, pues. (Ah, la posesión de balón no certifica la victoria. Creo que el partido de Múnich le habrá servido de algo a Vicente del Bosque)

Jueves. 1

El atlético Madrid ganó en Stamford Bridge y, por lo tanto, jugará la final soñada contra el Madrid. El 4-2-3-1 de José Mourinho dio resultado durante cuarenta minutos. Durante ese tiempo los laterales del Atlético apenas pudieron ayudar a las demás líneas y el fútbol, que hasta entonces era insulso, auguraba el final de la primera parte favorable a los locales por el gol obtenido por Torres. No fue así, porque los componentes de la banda izquierda de los azules se despistaron y dejaron libre a Juanfran, quien, bordeando la línea de fondo, alcanzó un balón que puso a los pies de Adrián. El gol fue demoledor para el Chelsea y entusiasmó al Atlético. En la segunda parte, cuando Eto’o hizo bueno el dicho de que un delantero defendiendo en el área propia es más peligroso que el mejor atacante adversario, los de Simeone se dieron cuenta de que el viajar a Lisboa se haría realidad en cuanto Diego Costa domeñase sus nervios y decidiera fusilar a Schwarzer desde el punto fatídico. Gol que cantó con inenarrable alegría. A partir de ahí todo fue sencillo para los atléticos. Y lo que era complicado ya lo fue resolviendo Courtois: el mejor portero que hay en Europa, actualmente, y vaya usted a saber si no en el mundo. La clasificación del conjunto colchonero, amén de la enorme satisfacción de ver dos equipos españoles en una final de la Champions League, evita los problemas emocionales, por llamarlos así, que hubieran surgido si el Chelsea se hubiese clasificado. Bien está, pues, lo que bien acaba.

Viernes. 2

Aunque fue ayer cuando leí lo que dijo José Antonio Carracao sobre el ‘caso Urbaser’, aprovechando la presencia de los medios citados para hablar de la campaña electoral de Izaskun Bernal, candidata a las elecciones europeas –a propósito, cada día se parece más a su madre, a la que siempre aprecié muchísimo-, he creído conveniente escribir hoy del asunto para darle la razón acerca de los cinco millones de euros de más que el Gobierno le pagó a Urbaser. Es decir, que diga lo que diga Juan Vivas o el portavoz del Gobierno, Emilio Carreira, los cinco millones de euros se los llevó por la cara la empresa Urbaser. Cualquier otra cosa que digan Vivas, Carreira o el lucero del alba, tienen un fin: hacernos creer que lo blanco es negro. Lo cual es imposible que cuele a estas alturas. Y es que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Es imposible que ustedes se empeñen en contarnos el cuento del alfajor acerca de un hecho que no admite discusión. Otra cosa será que el dinero, cinco millones de euros pertenecientes a los ceutíes, quizá hayan tenido que ir a sitio que casi todos nos suponemos. De cualquier manera, bien haría el portavoz del Gobierno en no tratar siempre de tener la razón. Pues no todos los días habrá alguien dispuesto a decirle que ha estado usted juncal. Por cierto: de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.

Sábado. 3

Menos mal que la semana ha sido pródiga en partidos de fútbol espectaculares. Lo cual ha hecho posible que nos olvidemos de los políticos. Cuya forma de proceder es cada día que pasa más intolerable y suscitadora de aversiones hacia ellos. Odios merecidos que se vienen ganando a pulso. Hablo de fútbol: me han agradado sobremanera las declaraciones realizada por El Tato Martínez y dirigida a los periodistas: “Si desacreditáis el juego de Pep Guardiola, deseáis que España pierda en Brasil”. Verdad tan grande como la Catedral de Burgos. Porque esos comentaristas y ex jugadores metidos a glosadores, fueron, hasta hace nada, los más firmes defensores del Tiqui-taca: estilo de juego que se caracteriza por el uso de pases cortos y precisos en las transiciones. Uno, en cambio, que siempre disfrutó de las victorias de la selección española –lo de nominarla la Roja me parece una cursilería de altos vuelos-, nunca confesó el menor placer con el estilo de juego adoptado por los seleccionadores, debido a que era el más adecuado a las condiciones físicas de más de medio equipo. Por una razón muy sencilla: a mí, como espectador, me apetece mucho más el contraataque. Los estilos, pueden gustar más o menos, pero todos son buenos si mediante ellos se logran victorias. Es como la forma de ser de los entrenadores. Por ejemplo, si a mí me dieran a elegir entre pasar un fin de semana charlando de fútbol, con cerveza por delante, entre Pep Guardiola y José Mourinho, créanme que no tendría la menor duda en decidirme por el portugués. Ello no quiere decir nada más que cada cual tiene derecho a manifestar sus gustos y a propalar lo que menos le agrada Y no pasada nada (Se me olvidaba decir que, cuando un estilo es avasallado por otro, conviene tener a mano variantes para evitarlo. Guardiola no reaccionó).
 

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