El mapa de las conductas
discriminatorias relacionado con el odio que ha
confeccionado el Ministerio del Interior, sitúa a Ceuta en
el lugar de honor como única en la que no se ha registrado
ni un solo caso durante el pasado año de los 1.172 que se
dieron bajo esta catalogación en toda España. Un
comportamiento de exclusión que se dirigía mayoritariamente
a ataques de origen étnico y a la orientación sexual, así
como a la religión, al antisemitismo o al racismo y la
xenofobia. Ceuta, donde la convivencia es un síntoma de
identidad y, aún cuando en esporádicas ocasiones la
coalición Caballas, de la mano de Juan Luis Aróstegui, ha
llevado a Pleno supuestos comportamientos excluyentes, no
obtiene reflejo alguno a efectos estadísticos, porque
tampoco son las conductas discriminatorias hechos que tengan
cabida en nuestra sociedad.
Aun teniendo en cuenta que el estudio realizado apunta que,
entre el 60 y el 80% de los casos no se denuncia, no es
menos cierto que, entre los denunciados, son muchas las
localidades y Comunidades Autónomas a las que toca el
denominado mapa de delitos relacionados con el odio y
nuestra ciudad no se encuentra entre ellos. Un hecho que da
una idea acerca del talante que nos gastamos aquí, en Ceuta,
y que tradicionalmente, se ha demostrado que ésta no es una
ciudad de conflicto, donde convivimos varias culturas y se
ha hecho costumbre que cada uno comparta lo de lo demás con
toda naturalidad, sin que suponga ningún motivo de disputa
ni desagrado. Convivimos compartiendo, enriqueciéndonos y se
ha creado la costumbre de que ésta es la idiosincrasia de
Ceuta. Nuestra sociedad de tolerancia es un ejemplo para
otros. Ahora los datos oficiales de un estudio serio del
Ministerio del Interior, pionero en su género, viene a
demostrar lo que contidianamente conocíamos: sabemos
convivir.
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