El auto sobre el “caso Urbaser”
está siendo motivo para que, al igual que cuando se produjo
la denuncia del PSOE, esté provocando que se pronuncien en
público el presidente de la Ciudad y el portavoz del
Gobierno. Solo falta que salte al ruedo la secretaria
general del PP, Yolanda Bel. Los populares pretenden ahora
dar una imagen que, por las circunstancias de su gestión
política en éste y otros asuntos, está más que deteriorada
provocando una falta de credibilidad alarmante.
La pérdida de papeles del propio Juan Vivas, resulta un
síntoma evidente de su mala conciencia y del nerviosismo en
el que se ve envuelto, conocedor que en la calle, pese a la
resolución de la que tanto alardean, la opinión pública que
existe es bien distinta, por sus propios comportamientos
personales y políticos.
La trayectoria política del Gobierno y de su propio
presidente es una pesada losa que no la levanta ni las
‘sentencias’ que le sean favorables ni sus múltiples
comparecencias o justificaciones. Deben pensar que “a lo
hecho, pecho” y que los excesos cometidos, cuya
responsabilidad quieren trasladar a otros, parece no haber
existido nunca, porque obviar ese primer informe en donde un
técnico contable que determinó un exceso de pagos de 12,5
millones de euros, no es ninguna nimiedad, ni campaña, ni
argumento torticero sino una evidencia que resultó esencial
para la posterior y actual reclamación de la Ciudad a
Urbaser en el Contenciso Administrativo. No caben a estas
alturas presumir de nada cuando se ha comprobado, por activa
y por pasiva, que la ‘contabilidad’ era un fiasco y que
aquéllos que debían ser escrupulosos no lo habían sido. Si a
estos desbarajustes Juan Vivas los califica como “campañas”
en su contra es más cínico de lo que dicen sus adversarios.
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