Las perspectivas electorales en
las inminentes elecciones al Parlamento Europeo comienzan a
reflejar en las encuestas de intención de voto el desencanto
electoral, la desafección de los ciudadanos hacia los
políticos, la decepción por la manera de ejercer la acción
política y el desinterés por lo que los votantes interpretan
solo como la forma de ganarse la vida durante una
legislatura. Al ciudadano, interesado por el empleo, los
datos sobre el descenso notable en la intención de voto que
se manifiesta hacia PP y PSOE, le trae sin cuidado. Los
“populares” conseguiría ahora mismo el 33%,8 de los votos
que supondrían 21-22 escaños superando en 3,5% al PSOE que
lograría 18-19 del total de 54 asignados a la
circunscripción de España. Se mantiene la diferencia que
hubo en junio de 2009, aunque ambos partidos pierden 17
puntos, que representa un descenso de 2,6 millones de
personas, es decir, una sangría de votos cuya lectura es la
decepción, el hastío, la indiferencia por quien salga, ya
que el electorado demuestra un desprecio solemne al
resultado que pudiera darse. Y siempre manejando datos de
participación de hace cinco años, que en el caso de que
aumente la abstención por tanta indiferencia, los números
pueden ser mucho más escándalos a la baja.
Sin esperar a la cita electoral del 25 de mayo próximo, los
candidatos deberían hacer examen de conciencia y reconocer
públicamente sus “pecados” ante la ciudadanía para la que
carecen de credibilidad. Con los datos de las últimas
Europeas perder 1.284.000 votos el PP y 1.330.000 el PSOE es
un severo castigo cuyos motivos no hay que ser un lumbrera
para detectarlos. El ciudadano está cansado de que se le
mienta, de no encontrar soluciones a los problemas que
realmente le importan y que los políticos vayan a lo suyo.
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