Los asesores de nuestro alcalde,
si es que todavía los tiene, deberían impedir que éste fuera
fotografiado de forma que la expresión de que una imagen
vale más que mil palabras adquiriera visos de verdad. Cuando
no es así. Al menos, a mí no me lo parece.
Sí, ya sé que los asesores, si aún los tiene nuestro
alcalde, no dudarán en decir que éste, desde hace ya mucho
tiempo, hace lo que le da la real gana y no admite consejo
alguno. Sino que es él quien no se cansa de dárselos a
cuantos despachan con él, comparten cualquier rato de ocio,
horas de viaje, o estancia en los madriles o en la
Conchinchina.
Nuestro alcalde, según dicen sus posibles asesores o el
personal que despacha con él, lleva ya mucho tiempo
fingiendo que oye poco. Eso sí, destacan que si quien le
habla es Juan Luis Aróstegui, escoltado casi siempre
por Mohamed Alí, se pone en posición de firme y es
entonces cuando presta la mayor atención y hasta se le oye
decir: “Cuenta, cuenta, Juan Luis, que soy todo oídos”. Y lo
hace ante la mirada embelesada de Alí. El cual sigue sin dar
crédito a la confortable situación que está viviendo desde
que Aróstegui lo trajinó y se hizo con las riendas del
partido.
A lo que iba (que si no se me va el discurrir por otros
derroteros y aun soy capaz de ponerme a hablar de ese
empresario local que compone con Aróstegui y Alí ese trío de
presión para manejar a nuestro alcalde a discreción): cada
vez que sale a luz pública una fotografía de nuestro alcalde
y los dirigentes de Caballas, la gente va y dice
inmediatamente: ¡A ver quién le dice ahora a Manolo
que no llevaba razón cuando hace ya la tira de tiempo
anunció que Vivas y Aróstegui habían pactado acuerdos
varios!
La última fotografía que han publicado los medios, lograda
durante el descanso del Debate del estado de la Ciudad,
calcada a muchas otras, ha sido fiel demostración de cómo
Aróstegui y su escudero, Mohamed Alí, tienen cogido a
nuestro alcalde por donde más duele. No hace falta ser muy
espabilado para darse cuenta de lo que evidencia la imagen
conseguida.
En ella se ve a nuestro alcalde con las manos en altos y muy
sobreexcitado, como pidiéndoles sosiego a quienes dan la
impresión de tenerlo acorralado, mediante palabras no muy
del gusto de un Vivas que aparece con el rostro desencajado.
Lo curioso es que semejante imagen haya salido en medios
afines a Caballas: tal vez porque sus dirigentes, y el
empresario que los apoya y forma parte del pacto, hayan
creído conveniente que los ciudadanos sepan de qué va la
cosa. Es decir, Vivas y nosotros somos los que mandamos en
esta ciudad y quienes se opongan ya saben que el barco,
aunque sale más tarde que antes, aún sigue saliendo muy de
mañana.
Y es ahí, créanme, ante situación tan esperpéntica, cuando
yo me pierdo. Me explico: es verdad que gobernar no es
mandar, por mucha mayoría que se tenga, pero a cuento de qué
viene que nuestro alcalde, que goza de una mayoría absoluta,
tenga que someterse a la voluntad de Aróstegui y de su
escudero MA, por más que haya un empresario en la sombra
alardeando de proteger cuantas decisiones tomen Vivas y
Caballas.
¿Cuál es el misterio que rodea a semejante pacto? ¿Qué gana
nuestro alcalde y, sobre todo, el PP con esa cohabitación?
Es la pregunta del millón. La última fotografía obtenida
durante el descanso del Debate del estado de la Ciudad es la
mejor expresión de acollonamiento por parte de la primera
autoridad municipal.
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