Antes que nada, confesaré un
pecado mortal: no he leído “Cien años de soledad”, ni “El
coronel no tiene quien le escriba”, ni “Memoria de mis putas
tristes”, ni “El amor en los tiempos del cólera”. No conozco
la obra de Gabriel García Márquez, pero prometo que
enmendaré mi error. De todas formas, no quiero hablar del
talento como literato del colombiano, sino de esa faceta de
defensor de los explotados del mundo que le acompañó hasta
el día de su muerte y que tanto molestó y sigue molestando a
los poderosos y sus mercenarios.
El viernes, en una tertulia radiofónica, un periodista dijo
lo siguiente: “García Márquez no era un defensor de la
libertad. No olvidemos su amistad con el dictador Fidel
Castro”. Justo después, puso como ejemplo de luchador a
Mario Vargas Llosa. Como siempre, la Revolución Cubana era
criminalizada en los grandes medios y como siempre, no había
ni un solo contertulio que aportase otro punto de vista.
Como siempre, Cuba es el infierno, Fidel Castro el demonio y
los reaccionarios defensores del neoliberalismo, héroes de
la democracia. No podía faltar, entre tanta basura
pseudoperiodística, Periodista Digital, el periódico del
repulsivo Alfonso Rojo, cuya portada, con el cadáver aún
caliente del Nobel de Literatura, rezaba: “Muere Gabriel
García Márquez, un genio de la literatura universal y un
sectario de la política latinoamericana”. Nada nuevo bajo el
sol.
Pues sí, García Márquez era un fiel amigo de Fidel, como lo
fueron Salvador Allende y los premios Nobel de la Paz,
Nelson Mandela y Yasir Arafat. Como lo son Adolfo Pérez
Esquivel, también Nobel de la Paz o el pastor y activista
por los derechos civiles, Jesse Jackson, quien afirmó que
Fidel era el político más valiente y honrado que había
conocido. Como lo fue otro gran afroamericano llamado
Malcolm X cuando dijo aquello de que “Aquí, a los
anticastristas nos los comemos vivos”. Como Ignacio Ramonet,
Silvio Rodríguez, Eduardo Galeano, Marta Harnecker, Sean
Penn y Oliver Stone. Como todos los Jefes de Estado de los
Gobiernos progresistas de América Latina. Como lo han sido y
lo son tantos intelectuales y artistas comprometidos con la
justicia social. Fidel era referencia para Gabo; José María
Aznar, el de la Guerra de Irak, y Esperanza Aguirre, la de
la privatización sanitaria en la Comunidad de Madrid, lo son
para Vargas Llosa. Sí, los referentes de un héroe, sin duda.
Clama al cielo contemplar tantísima hipocresía. Cualquier
Presidente de Estados Unidos tiene a sus espaldas muchísimas
más muertes que ningún Fidel Castro del mundo, pero nadie le
recriminaría a un escritor haber sido amigo de Richard Nixon
cuando desde la Casa Blanca se puso al sanguinario Pinochet
al frente del Gobierno de Chile, o haberlo sido de Reagan en
la época de la contra nicaragüense y las masacres en El
Salvador, o del Johnson que autorizó el Golpe militar de
Indonesia que acabó con la vida de más de un millón de
personas en menos de un año. Son sólo tres ejemplos entre
cientos. Estados Unidos, parafraseando a Noam Chomsky, es un
“Estado terrorista”, y su criminal política exterior tiene
como objetivo, precisamente, la defensa y perpetuación del
sistema que defiende Vargas Llosa, no el que defendía
Gabriel García Márquez.
El que defendía García Márquez es el que se opuso al racismo
sudafricano cuando el defendido por Vargas Llosa lo apoyaba;
el que logró alfabetizar y dar comida, salud, cultura y
educación a todos los niños cubanos aun con el bloqueo
económico impuesto por el defendido por Vargas Llosa; el que
envía médicos y ayuda humanitaria a los puntos del planeta
en los que el hambre, la ruina y la muerte se han instaurado
gracias a la actuación de las tropas del sistema que
defiende Vargas Llosa. En el sistema defendido por Vargas
Llosa, los asesinos no se manchan las manos. Llevan traje y
corbata y nunca van a prisión...porque son los dueños de las
cárceles.
Es el sistema de Vargas Llosa el que siempre ha condenado a
su América Latina a la explotación bajo el yugo de las
dictaduras militares impuestas desde Washington. Cuba dijo
“No”. Y jamás se lo perdonarán. Esa isla tiene mil defectos,
pero, como dijo Galeano, “Cuba no es odiada por sus
defectos, sino por sus virtudes”. Hablar sobre las
complejidades, contradicciones, méritos y errores del
proceso cubano, de su historia, su contexto y sus
especifidades es inútil en tan corto espacio, pero una cosa
es segura: los pobres y los explotados de los barrios de
América Latina lloran hoy a Gabriel García Márquez, igual
que llorarán mañana a Fidel Castro. A Vargas Llosa, en
cambio, le llorarán en los pasillos de la Fundación FAES.
aPor cierto, vi que en la final de la Copa del Rey algunos
futbolistas del Real Madrid abrazaron efusivamente a su
Majestad. ¿Sabrían que venía de hacer de embajador para
empresas que ganan millones en países donde la violación se
permite y la homosexualidad se castiga con la muerte?¿Por
qué ningún medio dice nada? Si Gabo era enemigo de la
libertad por su amistad con Fidel, ¿lo es nuestro monarca
por su amistad con Mohamed VI o Zayed Bin Sultan?¿Lo son los
escritores amigos de este Rey prodictaduras? Una duda: ¿No
será que Cuba no deja que las empresas multinacionales vayan
allí a explotar mano de obra barata y por eso hay que
pintarla como la quintaesencia del mal? ¿No será eso lo que
jode tanto?
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