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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE ABRIL DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Turistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El que vengan turistas a Ceuta es un deseo político que data de lejos, de muy lejos; de principios de los años treinta del siglo pasado. Así lo leí yo en unas memorias publicadas por Alfredo Meca y Romero: Secretario de la Corporación Municipal. Ni que decir tiene que el deseo se quedó siempre en deseo.

Cuando los políticos de esta tierra se aburren, o no tienen nada que decir, siempre recurren al Turismo para tratar de engatusar al personal con ideas al respecto, sabiendo de antemano que están condenadas al fracaso.

Juan Vivas, nada más acceder a la alcaldía, tras un voto de censura, se refirió a la importancia del sector turístico. Y no dudó en resaltar que el Turismo sería uno de los ejes principales de su política. En aquel entonces, cualquier perorata de JV era oída con devoción por los ciudadanos. Y hasta quedaban convencidos de que lo dicho por nuestro alcalde iba a misa.

Nuestro alcalde, además, comprendió bien pronto que al frente de la consejería de Turismo tenía que estar una persona dotada de tantos conocimientos de la actividad como para que el éxito fuera espectacular. Y no dudó en congratularse por contar con esa persona: Aida Piedra. Así que nos la presentó como taumaturga en el asunto. Y aun nos aseguró que los viajeros irían arribando a la ciudad por miles. Durante mucho tiempo.

Y, claro, Aida Piedra, que incluso había participado en el voto de censura con suma importancia, llegó a la consejería de Turismo obrando con entera libertad, sin consideraciones a los demás. Así, haciendo de su capa un sayo, la consejera se dedicó a viajar por Europa: Londres, Berlín, Parías, Bruselas… Capitales que fue recorriendo y gastando dinero a tutiplén. Aduciendo que, como hacedora de cosas maravillosas, la marca Ceuta la vendía ella como nadie y que bien pronto se verían los resultados.

Aida Piedra, en vista de que ejercía fascinación entre los componentes de aquel gobierno salido de una traición al GIL, y sobre todo aprovechándose del mucho tilín que le hacía a nuestro alcalde, se levantó un día y nos dijo que las excelencias de Ceuta también merecían ser conocidas en Miami. Y hasta allí se fue la consejera. No hace falta decir que la musa de Antonio Sampietro se dio una vidorra. Un festín de todo. Que podría haberse aceptado si los resultados obtenidos hubieran sido los prometidos por ella y anunciados por nuestro alcalde. Tras el petardo turístico pegado por la consejera y su valedor, nuestro alcalde recurrió a José Antonio Rodríguez; quien como viceconsejero de Turismo hubo de oír, otra vez, por parte de Vivas, la importancia que la llegada de turistas tenía para el crecimiento sostenido y cosas por el estilo.

Rodríguez, hombre sencillo y poco dado a meterse en empresas de mucho calado, hizo lo que debía: visitar los pueblos blancos gaditanos y malagueños para ponerse de acuerdo con los concejales de Bienestar Social. A fin de que las calles de Ceuta se vieran invadidas como en los tiempos de los bazares. Defensa de Rodríguez hube de hacer yo para paliar en parte el cachondeo que había generado la llegada a la ciudad de viajeros con sombreritos de paja. Por decisión de nuestro alcalde. Que se volvió a lucir en el apartado de Turismo.

Ahora, cuando parecía que los políticos se habían olvidado de los turistas, le dio a Caballas por el asunto. Aróstegui ha demostrado que la poca imaginación que pudiera tener le ha abandonado. Espero que el desodorante le siga siendo fiel.
 

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