Repasando mis apuntes, a la buena
de Dios, aparecen unas declaraciones de Juan Luis
Aróstegui que me dan la razón de lo que pensé en su
momento. Pues lo dicho por el dirigente principal de
Caballas tenía su enjundia. Ya que sus palabras fueron
pronunciadas cuando la Diosa Fortuna hizo posible que el FC
Barcelona tuviera que disputar una eliminatoria de la Copa
del Rey con la Asociación Deportiva Ceuta.
La noticia fue recibida con enorme alegría entre los ceutíes
y desde ese momento, mes de septiembre de 2010, no se habló
de otra cosa que no fuera de un acontecimiento deportivo
extraordinario y, desde luego, del mucho bien que le haría a
la Ciudad que se hablara de ella y de que se la conociera
mejor no sólo en la Península sino también en muchos sitios
del mundo.
Pues no en vano el equipo azulgrana estaba en aquellos
momentos maravillando con su fútbol y sus victorias a todo
el orbe futbolístico. Amén de figurar en su plantilla varios
jugadores de la selección española. Recuerdo cómo durante un
mes no se habló en esta ciudad nada más que del partido. Y,
naturalmente, hasta se hacían cábalas soñadoras en relación
con el resultado.
Fueron días en los que la directiva del primer equipo local
no daba abasto a todas las peticiones de entrada que se les
requería. Ya que nadie quería perderse lo que no dejaba de
ser una fiesta deportiva que habían ansiado acoger muchas
otras poblaciones y que el azar, al que había podido acceder
la ADC por haber disputado partidos coperos de suma
importancia y con enorme practicidad, quiso que fuera
premiado el primer equipo local.
En aquellas fechas, en las que no se hablaba más que de
fútbol en esta tierra, yo, de vez en cuando, procuraba
alertar a quien debía con comentarios que, aun sabiendo que
no eran los más idóneos ante la euforia que se estaba
viviendo, sí eran merecedores de ser conocidos por ese
alguien y, sobre todo, que los tuviera en cuenta. Pero,
visto lo visto, no creo que prestara oído a mis palabras.
Entre otras razones porque no estaba obligado a ello.
Nuestro alcalde, ante la visita del Barcelona, con lo que el
espectáculo significaba, es decir, que nos visitaba el mejor
equipo del mundo, dejó a un lado su ser madridista y se
dispuso a vivir el hecho plenamente. Y estaba en su perfecto
derecho de hacerlo. Recibía continuas llamadas de los
medios, analizaba la situación futbolística, se metía en
berenjenales tácticos y técnicos y, cómo no, aprovechaba tan
grande oportunidad para airear las bondades de Ceuta con ese
verbo florido que tanto agrada a los locutores de un deporte
que, salvo excepciones, no se bajan del tópico y de los
gritos.
Nuestro alcalde vivió un final de verano y un principio de
otoño del 2011 para el recuerdo. Para inscribirlo entre los
mejores de su vida. Máxime cuando las urnas ya estaban casi
dispuestas para las elecciones municipales y el adversario
era la coalición Caballas. Pues bien, cuando a mí me dijeron
si quería formar parte de la expedición que viajaba a
Barcelona, dije que nones. Porque yo ya sabía lo que sabía
y, por tanto, barruntaba el resultado de esos conocimientos.
Tras haber oído a Aróstegui decir que “el presidente se
pasea por todos los estadios y estudios televisivos
exhibiendo sus dotes de comentarista, entrenador y hooligan
impenitente, en busca de votos”. Lo dicho, cuando ya habían
hablado de un posible pacto, bajo cuerda, tenía mensaje:
condenar al primer equipo local para despertar los demonios
de alguien.
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