Sólo al final, el domingo, para
recordar a quienes lo hubieran olvidado que el agua es
típica en estos días, cayó un buen chaparrón, cuando la
última de las procesiones estaba a punto de concluir.
En los muchos años que llevo en Ceuta, nunca había pasado en
nuestra ciudad alguno de los días de la Semana Santa. No
conocía, pues, como se vivían aquí estos días, no conocía
sus procesiones y sus movimientos, en todos estos días. Por
eso, tras haber permanecido unos cuantos días de las
vacaciones, en mi tierra, también, con buen tiempo, a media
semana me vine para acá.
Y realmente he vivido estos pocos días en Ceuta, viendo
como, fuera de aquellos que se marchan a la Península a su
segunda casa más allá del estrecho, aquí las gentes viven
estas fiestas con un fervor y unos modales muy cercanas a
como los pueden vivir, en cualquiera de las ciudades que se
jactan de ser las primeras en lo tocante a la propia Semana
Santa.
Desde esta perspectiva, me alegro haber vivido aquí estos
días de pasión. Sin embargo, y como las cosas no pueden ser
todas buenas o estar bien organizadas, Ceuta o sus
dirigentes parecen no hacer demasiado caso con su acogida a
quienes podrían llegar de fuera, o mejor dicho no parecen
estar muy dispuestos a acoger, dando facilidades, a los que,
por venir directamente a quedarse aquí, o por llegar de
paso, han decidido pernoctar una o dos noches aquí.
Y digo esto porque ya está bien de cortar las calles tres
horas antes de que vaya a pasar una procesión y no permitir
que, por ejemplo, el turista en cuestión que está a 35
metros de la entrada al garaje de su hotel pueda llegar y
aparcar, como es debido, allí su vehículo.
No me lo ha contado nadie, el propio viernes vi como un
matrimonio, creo que era francés, al ir a salir de Martínez
Catena para llegar al Parador Hotel La Muralla por López
Anglada, se encontraba con, simplemente, una moto atravesada
y el cartelito correspondiente, anunciando una futura
procesión, con lo que ahí tienes al “buen francés”,
intentando dar vueltas, para ver si a una hora ..., a la que
sea, podría llegar al hotel con su coche. La señora había
llegado, se había apeado a pocos metros, y los dos podrían
haber llegado, si el educado señor hubiera dejado de serlo,
por unos momentos, se hubiera saltado el “prohibido” con una
moto, sin cuidador, o si hubiera estado el “cuidador” de tal
moto y le hubiera dejado hacer esos pocos metros, puesto que
la procesión iba a tardar en llegar un par de horas.
Así pues, en lo relativo a las cofradías y sus salidas, en
procesión, todo muy bien, en las otras “infraestructuras”,
en lo tocante a organizar todo para mejor lucimiento de las
procesiones, hay quienes tendrán mucho que aprender aún, con
lo que eso lo dejaremos en “luces y sombras”.
Y es que no quiero terminar este comentario sin remarcar que
no se dan facilidades para que los clientes, por ejemplo,
puedan llegar perfectamente al Parador, pero mira por donde
éste es el lugar a donde, al no tener un sistema
acondicionado de servicios de urinarios públicos, desde las
procesiones hubo auténticos desfiles a los servicios de este
establecimiento público, acondicionado y muy bien para sus
clientes.
Los encargados de todo esto tienen una asignatura más
pendiente, o si no ponen unos servicios públicos donde lo
consideren oportuno, que dejen abiertos al público esos
servicios del Ayuntamiento, por ejemplo, con alguien de
vigilancia, sin más.
Lo tengo que repetir una vez más, para ser ciudad turística
faltan muchas cosas, entre ellas, saber lo que es y lo que
aporta o lo que necesita el propio turismo. Alguien debiera
comenzar a hacer un curso básico sobre lo que realmente es
el turismo, salvo que a la próxima se quieran encontrar como
hasta ahora.
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