LUNES 14.
Pedro Sainz Rodríguez, monárquico y consejero de don
Juan de Borbón, tuvo siempre claro que la República
iba a ser la apertura de un período revolucionario, y quizá
causa de una posible guerra civil. Compañero de viaje de
muchos intelectuales y hombres públicos que terminaron su
camino haciéndose republicanos, nunca los acompañó en esta
última fase, por tener la certeza de que se cometía un
gravísimo error con la Monarquía de Alfonso XIII.
Pedro Sainz Rodríguez atentó contra la República desde el
primer momento. En cambio, María Zambrano, escritora
comprometida, escribió así de Aquel 14 de abril: “Fue tan
hermoso como inesperado: salió el día en estado naciente; es
decir, nació. Solamente por eso, aunque hubiera nacido otra
cosa –hermosa se entiende-, también ella tendría un inmenso
valor. Pasaban guardias civiles llevados a hombros por el
pueblo, por las gentes del pueblo de Madrid, y ellos eran
felices. Los rateros se declararon en huelga; no hubo un
solo hurto, por pequeño que fuera. Creo yo que era la
caridad del día. Pero si esa caridad del día se dio
precisamente el 14 de abril, y si lo que nació de ese día
naciente fue la República, no puede ser por azar. Fue, pues,
un nacimiento y no una proclamación”. Y siguió festejando
Aquel 14 de abril. Pedro Sainz Rodríguez formaba parte ya de
una España que se oponía rotundamente a esa otra de María
Zambrano. Nos valen ambos como ejemplo del porqué la
República nació desgraciada. Y así lo recordamos una vez
más.
Martes. 15
Hacía un mundo que no íbamos al cine. Y hoy, a Gloria
-mi mujer- y a mí nos ha dado por ir a ver la película que
está formando colas en las taquillas y cosechando críticas
extraordinarias. “Ocho apellidos vascos” está consiguiendo
hacer reír, que no deja de ser un artículo de lujo en los
tiempos que corren, a los espectadores. No hace falta ser ni
cinéfilo ni muy entendido en cuestiones sobre el Séptimo
Arte para poder decir que los diálogos contribuyen al
conocimiento de los personajes. El tipo de diálogo y su
contenido está ligado con las características generales de
la película. Por eso, es de manual decir que, en
determinados casos, el diálogo contribuye enormemente al
buen funcionamiento del ritmo. Que es lo que sucede con
“Ocho apellidos vascos”. Comedia que está prácticamente
basada en los diálogos y cuyos actores bordan lo que les
acontecen, mediante tópicos exagerados, de distintas maneras
de entender la vida, y, por supuesto, tratando el terrorismo
con la cercanía que permite la actualidad. Es un canto a la
atracción… y a su capacidad para derribar barreras casi
imposibles, llevado a cabo por dos especímenes castizos. Un
andaluz, llamado Rafa (Dani Rovira), y Amaia
(Clara Lago). Él, con su gomina, su vino fino y su más
que acreditado arte de ligar, y ella, vasca por la gracia de
Dios y dispuesta a renegar de los andaluces y de todo lo que
ocurra fuera del País Vasco. Los personajes secundarios
bordan su representación. Hacer reír es más difícil que
hacer llorar. Por eso la novela de humor, género
contradictorio y casi imposible, no le sale a nadie. El
final feliz de esta comedia, “Ocho apellidos vascos”, tiene
más enjundia que todos los discursos políticos. La sala
cinematográfica estuvo tomada todo el tiempo por una
carcajada tranquilizadora.
Miércoles. 16
Todos tenemos derecho en esta vida a expresar nuestras
tonterías. Pero quienes forman parte de la 1 de televisión
española deberían decir las menos posibles cuando están
currelando en directo para millones de telespectadores. Que
son los que concitan ante la pequeña pantalla un
Madrid-Barcelona y además jugándose la Final de la Copa del
Rey de fútbol. Pero está comprobado que Juan Carlos
Rivero y Roberto Gómez pierden la olla en cuanto
ven vestido de corto a Iker Casillas. Hecho el
introito, que a mí me parece el más adecuado, no tengo el
menor inconveniente en gritar a voz en cuello que el 4-4-2
empleado por Carlo Ancelotti fue el sistema táctico
ideal para abrumar al conjunto azulgrana. Sistema bien
concebido por los jugadores y que hicieron del contragolpe
arma indispensable para derrotar al conjunto azulgrana.
Cabía pensar que en cuanto el gran quehacer de Di María
padeciera de falta de segundo aliento todo podría venirse
abajo en la zona vital del medio terreno. Tampoco se
apreciaba que Isco pudiera seguir mucho tiempo contribuyendo
a correr detrás de un contrario para arrebatarle el balón o
incomodarle, pero el muchacho demostró que querer es poder y
estuvo hecho un tío más tiempo del previsto. Buena noticia
para él y para su equipo. Benzema, con sus desmarques
continuos, causó estropicios en una defensa donde Alves
y Mascherano siguen evidenciando que ahora mismo no
están para muchos trotes. De Messi sólo cabe decir
que sigue con arcadas. Neymar, religioso a tope por
ser brasileño, estará enfadado porque su Dios lo abandonó
debido a que Éste, según los tontos de la 1 de TVE, nada más
que tiene ojos para Casillas. Menos mal que, de vez en
cuando, Dios hace lo que le da la gana. Y si no que se lo
pregunten a Gareth Bale: su gol está ya inscrito en
los anales como el más espectacular habido hasta el momento.
El galés, según dijeron en su día los susodichos tontos de
la 1 de TVE, tenía grandes problemas de cadera y de no sé
qué más cosas. Juan Carlos Rivero y Roberto Gómez siguen sin
invocar a Santa Lucía.
Jueves. 17
Guillermo Romero estuvo conmigo en junio de 1982 para
decirme que Arjandas Bhagwandas Lalwani quería que yo
fuera el entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. La
primera impresión que saqué de él, en el poco tiempo que
estuvimos charlando, fue que estaba ante una persona
sencilla, amante del fútbol, y rebosante de felicidad por
haber sido elegido como secretario técnico del club.
Repasamos una lista de jugadores y convenimos que la
plantilla sería formada acorde con el presupuesto económico
que había designado el presidente. Que no daba para mucho.
La verdad sea dicha. El ambiente futbolístico en la ciudad
no estaba en su mejor momento, debido a que el equipo había
descendido de categoría, hacía nada y menos. Guillermo
estuvo a partir de ese momento en permanente contacto
conmigo. El 18 de julio arribé a la ciudad y allí estaba él
esperando mi llegada con la ilusión reflejada en el rostro.
Porque, al fin, había podido conseguir que Bea,
extraordinario futbolista y hombre cabal, aceptara las
condiciones para incorporarse al equipo. A partir de ahí
muchas fueron las horas que compartimos de charla y muchos
los viajes que hicimos juntos. Hubo momentos en los que
arreciaron las críticas contra él y a mí me correspondió
salir en su defensa. Tampoco él dejó de dar la cara por mí
cuando la ocasión lo requería. Nuestra amistad, aun
militando a veces en distintos frentes, nunca decayó. La
noticia de su muerte, por más que estaba enterado de su
enfermedad, me apena lo indecible. No en vano con él di los
primeros pasos en una ciudad que logró conquistarme en un
santiamén. De ello hace 32 años.
Viernes. 18
Yo no sé si cuando Pedro Gordillo dijo, en una
emisora de radio, que se había olvidado de recoger en su
despacho un documento comprometedor para alguien del
Gobierno local, sabía que semejante denuncia iba a llamar la
atención pública sobre un asunto que huele a chamusquina.
Pero el caso es que, sabiéndolo o sin saberlo, lo del
documento de marras ha hecho posible que José Antonio
Carracao salga al escenario para pedir que el portavoz
del Gobierno diga algo al respecto. Cosa que no se ha
producido todavía. Pero hay más: una vez que Gordillo
levantó la liebre del ya conocido como el documento de la
jindama, lo más lógico era que Caballas hubiera salido a la
palestra exigiendo respuesta a nuestro alcalde acerca de lo
dicho por quien ha sido vicepresidente del Gobierno y
presidente del PP. Pero Aróstegui, quizá porque
estamos en Semana Santa, no ha querido decir nada que pueda
zaherir a su amigo Vivas. Dicen que las palabras se
las lleva al viento. Depende de qué palabras. En este caso,
mucho me temo que las pronunciadas por Gordillo queden por
mucho tiempo pendiendo de un hilo, a modo de espada, sobre
la cabeza de ese alguien a quien Pedro ha puesto en la
picota.
Sábado. 19
Tras varios días poniéndome hielo y echando mano de los
analgésicos correspondientes, y dado que mi rodilla
izquierda sigue inflamada y los dolores no cesan, decido
presentarme en urgencias. Es la segunda vez que visito el
Hospital Universitario. La primera fue cuando la selección
española ganó el Mundial de Fútbol. Es lo que recuerdo de
repente mientras espero que me llamen de recepción. Y hasta
pienso que semejante casualidad podría ser motivo suficiente
para creer que el éxito del equipo español podría repetirse.
En recepción me encuentro con una mujer conocida, amable
donde los haya, y me dice que debo pasar por la consulta
número cuatro. Allí me recibe Juan Carlos Querol
Fernández. Cuya magnífica atención debo destacar. Y cuya
impresión clínica de urgencia es la de tendinitis. En fin,
que tras recetarme, salgo del hospital convencido, una vez
más, de que la felicidad es la ausencia de dolor.
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