La cuestionada y polémica escalera
que se ha construído para unir la zona fronteriza del
Tarajal con los polígonos industriales, de acceso obligado
para los porteadores y, lógicamente, también para los
vecinos de Príncipe Felipe y Príncipe Alfonso, ha supuesto
un torrente de controversias y, con independencia de su
reciente construcción que se recibía como una muy buena
noticia, resulta que la misma se ha construído sin rampa de
minusválidos, obviando así, algo que establece la normativa
para evitar la barreras arquitectónicas a las personas con
discapacidad motriz.
El cúmulo de críticas tras su inicial anulación, ha supuesto
a esta famosa escalera un seguimiento minucioso, por
considerarse necesaria. El tránsito por esta zona de
multitud de personas, de toda condición física, la
convierten en un elemento fundamental para que se hubiera
contemplado la característica de falta de movilidad de
algunas personas. Esta deficiencia puede condicionar en gran
manera la libertad de tránsito en quienes físicamente no
puedan valerse por sí mismos. De ahí que pongamos énfasis en
una situación deficitaria en cuanto al acondicionamiento de
la mencionada escalera.
Se impone que, atendiendo lo que es el sentir de los
afectados, se produzca una mínima remodelación que haga
viable el acceso a todo tipo de personas. Quien no ha tenido
el acierto de atender esta cuestión, bien puede ponerse
manos a la obra (y nunca mejor dicho), para que tal anomalía
se subsane a la mayor brevedad. Los responsables
institucionales han de velar por la eliminación de las
barreras arquitectónicas y la aplicación de la ley en este
aspecto. Un acceso para todos, con o sin movilidad en una
zona de libre tránsito.
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