El Cristo de la Encrucijada y la Virgen de las Lágrimas se
‘encontraron’ en el barrio de Hadú entre aplausos y muestras
de devoción popular, mientras que el reconocido cofrade y
actual hermano mayor de la Cofradía conocida como ‘La
Pollinica, Eusebio Belmonte, leyó un pregón emotivo que era
el preludio de una magnífica Estación de Penitencia.
Pasaban unos minutos de las seis de la tarde cuando la Cruz
de Guía de la Cofradía de la Encrucijada se ubicaba bajo el
dintel de la puerta lateral de la Iglesia de San José,
anunciando que la Hermandad iniciaba su Estación de
Penitencia con la elegancia y seriedad que le caracteriza.
El paso del Santísimo Cristo de la Encrucijada avanzaba
lento por el callejón Sousa Rodríguez pasadas las seis de la
tarde. Acababa de salir por un lateral de la iglesia de San
José. Cientos de vecinos esperaban agolpados en las aceras y
ventanas para contemplar el tradicional encuentro entre el
Cristo de la Encrucijada y la Virgen de las Lágrimas en la
barriada de Hadú. Los turistas y los niños se preguntaban
por los penitentes y los setenta pares de pies que se
adivinaban debajo de las imágenes, que recorrían la barriada
al ritmo de tambores y cornetas.
Los vecinos del barrio de Hadú y ceutíes en general
esperaban desde las cinco de la tarde para ‘coger’ un buen
sitio y ver de cerca las dos imágenes. Y escuchar el pregón,
que en esta edición corrió a cargo de Eusebio Belmonte, que
realizó un discurso emotivo y cargado de recuerdos propios y
ajenos que durante su historia ha ofrecido la Cofradía del
Santísimo Cristo de la Encrucijada y María Santísima de Las
Lágrimas.
La imagen del crucificado, después de despedirse de la
barriada, siguió camino hacia la carrera oficial, escoltado
por miembros de la Benemérita; no en vano el Cristo de la
Encrucijada es el “Cristo de la Guardia Civil”, según apuntó
Francisco Ramos.
El Cristo de la Encrucijada es la única imagen de la Semana
Santa tallada en Ceuta, a mediados del siglo pasado. Lo
hicieron las manos del escultor catalán Modesto Gené Roig,
que también esculpieron a la Virgen de las Lágrimas, aunque
esta imagen se realizó en Reus, ciudad natal de Gené. El
origen de la cofradía se remonta a un incidente
protagonizado por el padre Huelin que, después de organizar
el Vía Crucis, instó a los vecinos a pisar la talla del
Cristo; estos salieron a la calle y se postraron
arrepentidos, fraguándose en ese mismo instante la creación
de esta Cofradía.
Fue precisamente la Cofradía del Santísimo Cristo de la
Encrucijada y María Santísima de las Lágrimas la que abrió
el magnífico Jueves Santo y dejó bellas imágenes como su
paso por los Jardines de la Argentina, carrera oficial o su
paso por el interior de la Plaza de África, todo ello bajo
sones de las partituras interpretadas por la Banda de
Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Rosario de Motril
(Granada) para el paso del Cristo y la Banda de Música de
Alhama (Granada) para el paso de palio.
Finalmente uno de los momentos más emotivos fue el regreso
hasta el Templo, donde los costaleros sacaron la pasa y la
casta para llevar a sus Amantísimos Titulares de regreso a
su Casa por la siempre exigente cuesta de la avenida de
Otero, jaleados por los ceutíes presentes y los sones de las
marchas interpretadas.
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