Siempre he defendido que la consejera de Fomento, Susana
Román, es uno de los miembros del Gobierno de Vivas con más
capacidad de trabajo y gestión. Quien pueda seguir el día a
día del Ejecutivo local creo que coincidirá con dicha
apreciación.
En este sentido, el proyecto del Paseo de La Marina, ideado
desde un principio por Vivas, será finalmente una realidad
gracias al empeño de la consejera, que ha tenido que
‘luchar’ incluso contra el cambio de opinión del presidente,
que al no poder llevar a cabo la obra faraónica que deseaba
en un principo pretendía dar una nueva ‘marcha atras’ al
proyecto y limitarse a realizar las obras exigidas por el
juez.
Sin embargo, y a pesar de lo expuesto, Susana Román parece
estar contagiándose cada día más del síndrome de Pinocho que
sufre la mayoría del Gobierno de Vivas. Como ya escribí hace
algunas semanas, está tan acostumbrado a mentir que ya se
cree sus propias mentiras. Viven en un síndrome de Pinocho
elevado al cubo, con la mierda que intentan ocultar bajo la
alfombra trepando ya por las paredes. La historia siempre es
la misma: una trola que sale a la luz, otra trola que sale a
rodar, otra trola que desvía la atención. Desde hace dos
años vivimos en una máquina de pinball política, esquivando
una trola detrás de otra.
La última trola fue la manifestada ayer por la propia
consejera de Fomento en relación a la obra de la Marina,
negando la información publicada por este periódico el
pasado martes y asegurando que el proyecto recoge “de forma
íntegra” la peritación realizada por la empresa CEMOSA y por
la arquitecta contratada por la comunidad de propietarios de
los garajes.
Y lo ha hecho a pesar de ser consciente de que la
información publicada por este periódico es rigurosamente
cierta. Román sabe que la realidad es que en el proyecto no
se contemplan diversas partidas de obra que afectan al
interior de los garajes y que sí figuran en la sentencia.
Román sabe también que están tratando de aclarar las
contradicciones y ver si se puede llegar a un punto de
acuerdo para incluir en su proyecto las partidas de obra que
no se han contemplado.
Y lo sabe porque ella misma inició una ‘caza de brujas’ el
mismo día de su publicación, intentando conocer de dónde
había partido la citada información.
El principio de Pinocho en el que ha basado su legislatura
el Gobierno de Viva (una patraña detrás de otra y miento
porque me toca) está alcanzando cotas verdaderamente
cómicas. Son rehenes de su propia mendacidad, como Jim
Carrey en aquella película.
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