La obra de la Marina, cuyos
proyecto ahora resulta que no se ajusta a la sentencia
judicial, vuelve a provocar un nuevo episodio surrealista
por parte de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Después de más un
año de conocer la sentencia, la administración local se
resistía a darle cumplimiento, como suele hacer en alguna
que otra ocasión y el juez le dió de plazo hasta el pasado
mes de septiembre para ejecutarla y, al no hacerlo, a
primeros de este año, dictó el embargo de bienes.
Ahora cuando se conoce que no se han incluido parte de las
obras que, según el juez, deben acometerse, hay que caer en
la cuenta de las mentiras que los responsables políticos de
la Ciudad manifiestan, cuando justificaba lo que en
principio era una obra faraónica, para dar cumplimiento a la
sentencia. Resulta que no era cierto porque no hubo voluntad
de cumplimiento a la vista de la exclusión del proyecto ya
adjudicado, de partidas que servían para reparar las
filtraciones de agua en los garajes.
Este proyecto parece que ya nació viciado. Las diversas
vicisitudes y cambios que ha venido sufriendo, las polémicas
desatadas, las controversias y amenazas de paralizaciones,
le convierten en un enrevesado y rocambolesco asunto. Por
otra parte, la comunidad de propietarios solicitó la nulidad
del concurso para licitar la obra está pendiente de la
resolución judicial. Demasiados conflictos para, encima, no
ajustar el proyecto a la sentencia. Una demostración
evidente que, lo que menos preocupaba era restituir los
daños causados a los vecinos, aunque sirviera de argumento
como pretexto en las distintas fases de la polémica.
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