Parece mentira que un alcalde que
goza de tan grande predicamento fuera de su ciudad sea capaz
de comportarse en ella como si fuera todo lo contrario: un
tipo incapacitado para gobernar por mor de una conducta en
la que hay pruebas evidentes de que trata por todos los
medios de favorecer a sus amigos.
Un alcalde que es invitado a participar en el Fórum Europa,
que es tribuna política de referencia en España, donde sólo
son acogidos los protagonistas de hechos políticos
importantes y los titulares de Altas Instituciones del
Estado Español y de la Unión Europea, debería darse cuenta
de que está obligado a no cometer absurdos en su tierra.
Dichos o hechos contrarios a la razón.
Durante ese desayuno informativo, celebrado en un hotel
madrileño, que no deja de ser un híbrido entre una
conferencia y una rueda de prensa, nuestro alcalde ha
llenado la escena y ha dado muestras visibles de estar muy
preparado como alcalde de una ciudad que tiene mucho que
decir de cuanto viene aconteciendo en la Europa actual.
Nuestro alcalde ha demostrado en los madriles, centro de una
España donde las actuaciones dan y quitan, que en provincias
también existen dirigentes capaces de tener muy claro cómo
hacer frente a los problemas que nos van poniendo cada vez
más al borde del caos.
Juan Vivas, a quien nunca me he cansado de
reprocharle las muchas decisiones que ha venido tomando
porque sí, quizá debido a que en ciertos momentos el mucho
poder que atesora le ha descalabrado las meninges, ha estado
más que bien en esa sala del Hotel Ritz donde se celebran
los acontecimientos.
Y a mí, que no soy sospechoso de dorarle la píldora a nadie
y menos a él, me han entrado unas ganas locas de tomar nota
de cuanto ha dicho, y de cómo lo ha dicho, para airearlo.
Para propalarlo. Para que todo el mundo sepa que nuestro
alcalde ha aprovechado la ocasión que se le ha presentado
con el único fin de gritar a voz en cuello que Ceuta merece
atención y sobre todo las ayudas correspondientes a una
ciudad situada en sitio vital para que Europa no se vea
sometida a invasiones indeseadas.
En esta ocasión, nuestro alcalde se olvidó de su vena
lírica; esa que le hace edulcorar sus discursos con
atardeceres de ensueños, con cielos azules y con mares que
han sido testigos de aconteceres históricos. Y se refirió a
la necesidad que los ceutíes tienen de ser recompensados por
la labor que vienen desempeñando en hacer posible que el
respeto entre diferentes sea primordial.
Nuestro alcalde no se cortó lo más mínimo en reconocer que
nuestro modo de vida se vino abajo por cuestiones que fue
enumerando ante una concurrencia notable y sumamente atenta
a lo que iba diciendo un orador convencido de que estaba en
el sitio apropiado y en el momento oportuno para recodarles
a cuantos personajes llenaban la sala la necesidad que
tenemos en esta ciudad de que nuestras peticiones sean
atendidas.
A mí, esta vez, sí que me agradó sobremanera el discurso de
nuestro alcalde el jueves pasado en los madriles. Y, por
tanto, no tengo ningún inconveniente en festejarlo. Y espero
que el camino emprendido por nuestro alcalde a escala
nacional le sirva también para percatarse de que su posición
es tan sumamente destacada como para que deje ya de cometer
desatinos locales que no son de recibo. Forma de actuar que
corresponde más bien a un mindundi. Y no es el caso.
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