Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Después de
los últimos acontecimientos políticos, hay que replantearse
cuestiones importantes antes de que sea demasiado tarde para
reconducir las actitudes que nos precipitan hacia un
cataclismo político.
Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario la vida
política, de dirigentes que ya están perjudicando mas que
beneficiando a su partido, perdemos la alegría y el sentido
de las otras etapas que tenemos que vivir. No se pueden
convertir esos políticos que intentan batir récord de
perpetuarse en sus cargos. Poner fin a un ciclo, cerrar
puertas, concluir capítulos... no importa el nombre que le
demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de
la vida que ya terminaron. Pero una actitud así supondrá un
desgaste inmenso para todos. Hay que comenzar a miran hacia
adelante, nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y
en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido.
El pasado no volverá, no podemos ser eternamente centro de
atención de la vida política de nuestra ciudad. Todo pasa, y
lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Por eso es
tan importante (¡por muy doloroso que sea!), no aferrarse al
poder ni querer perpetuarse en cargos que ya devisa haber
abandonado, hay que pensar en el futuro de las siglas a las
que uno representa, no encadenarse a ellas con la intención
de que nuestro fracaso sea también el fracaso de esas siglas
políticas que tantas alegrías y responsabilidades ha
ofrecido sin pedir nada a cambio, solo la lealtad y el
cuidado de su nombre para que su historia se siga
escribiendo con letras de oro, pero por otras personas que
vuelva a trasmitir alegría, ilusión y respeto hacia los que
le rodean.
Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo
invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse
de ciertos recuerdos significa también dejar libre un
espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para
siempre, soltar, desprenderse. Nadie en esta vida juega con
cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras,
perdemos.
No esperes que te devuelvan el pasado, los éxitos obtenidos,
solo queda el recuerdo del trabajo bien hecho, de que la
historia reconozca los aciertos y perdone los errores. Pero
lo que si hay que comprender que el tiempo pasa para todos,
que ya no vale el ir saludando a todo el mundo, repartiendo
abrazos y besos, para consolidar una situación política que
ya hace agua por todos los lados, la capa del hombre del
pueblo ya tiene muchos boquetes y se ve a través de ella la
realidad de la política de nuestra ciudad, quienes son los
compañeros de viaje, aquellos que se esconden detrás de esa
capa que todo lo tapaba, que con la imagen del líder nadie
miraba que estaba detrás. Todo eso ya paso, hoy la gente
quiere que esos que se escondían detrás del líder
desaparezcan de la vida política, todos estamos hartos de
esos politicuchos eternos que han convertido la política de
su vida profesional, sin ninguna cualificación, con el único
merito de adorar y engrandecer al que les permite continuar
en sus cargos políticos eternamente.
Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el
mismo programa, en el que muestra cómo tus adoradores te
separan de la realidad, te engañan todos los días contándote
mentiras, para que sigas creyendo que eres el mejor y que el
pueblo te adora, sin decirte la cruda realidad, que tu
tiempo ya ha pasado, que es el momento de retirarte y dejar
paso a nuevas ideas y personas, que aquellos que quieren
seguir viviendo de tu pasado solo buscan enemistarte con los
que te dicen la verdad, y la verdad muchas veces duele, y
esa verdad que te puede doler para tus seguidores supone el
fin de su perpetuo puesto político, como si hubieran ganado
unas oposiciones a las que nunca se presentaron, ya que el
cabeza de lista contesta las preguntas por ellos, y eso no
hace sino envenenarte.
Nada hay más peligroso que las rupturas marga y obligatoria
que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha
de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del
“momento ideal”.
Antes de comenzar un nuevo capítulo, hay que terminar el
anterior, repítete a ti mismo que lo pasado no volverá
jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin
aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible,
que un hábito no es una necesidad. Puede parecer obvio,
puede que sea difícil, pero es muy importante.
Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por
soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja
en tu vida. Por lo tanto, cierra la puerta, cambia el disco,
limpia la casa, sacude el polvo, y permite a esas siglas que
has defendió seguir teniendo éxitos, pero deben ser ya sin
ti. DEJA DE SER QUIEN ERAS... Y TRANSFÓRMATE EN EL QUE ERES.
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