La Sentencia de la Sala Sexta de
la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta absuelve a Pedro
Gordillo Durán de los delitos que le imputaba la acusación
particular: abusos sexuales, abuso en el ejercicio de la
función pública y acoso sexual. Se libra de los cinco años
de prisión y doce de inhabilitación que hubieran supuesto
las penas que también se le pedían, destacanto el buen
trabajo realizado por su abogado Manuel Martínez Selva.
Aunque cabe recurso ante el Tribunal Supremo, lo cierto es
que en la hornacina del tiempo, el expolítico ha recogido no
pocos sinsabores: al descrédito que se le atribuyó desde un
primer momento, la afrenta pública y todo un cúmulo de
relatos historiados, movidos por el morbo de unos y la
maledicencia de otros, para luego -como se ha demostrado-,
quedar en agua de borrajas. Sin embargo, el “via crucis”
particular de Gordillo para él queda y quienes dijeron ser
muy amigos suyos, también se quedaron en el camino de la
incomprensión. Decía Jean Cocteau “creo en aquellos que
pertenecen a la raza de los acusados” y Gordillo ha tenido
siempre a su lado a incondicionales que creyeron en él y en
su inocencia como ahora la Justicia demuestra.
La política que tiene muy mala memoria, ha dejado en el
túnel del tiempo la estela de quien fuera presidente del
Partido Popular y vicepresidente del Gobierno con Vivas, a
quien curiosamente, le criticaron más desde su propio
partido que desde la oposición. Se llegó a decir en el
juicio que había sido diseñada una estrategia para su acoso
y derribo. En política, los hay que pagan por adelantado sus
errores o sus deslices. Y ahora, con el paso del tiempo,
cuando todo se relativiza, resulta que un Tribunal ha
dictado su veredicto de absolución. Lo peor de Gordillo es
que ya hubo algunos que, hace tiempo, le condenaron de por
vida, injustamente.
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