No se lo deseo a nadie porque es un trago “muy, muy amargo”.
Son las palabras de una mujer que ha visto su vida
totalmente destrozada de la noche a la mañana cuando su
hijo, de tan sólo 20 años, perdía la vida ante sus mismos
ojos en la puerta de casa a manos de unos asesinos cobardes
que le quitaron la vida cuando apenas comenzaba a
disfrutarla. Es Rahma Mohamed, la madre del joven Munir, un
joven alegre, educado y respetuoso con todos y que nunca
había tenido problemas con nadie.
La mala suerte hizo que este joven del barrio del Príncipe
Alfonso saliese a la calle y se encontrase con unos cobardes
que, según todas las versiones conocidas, le confundieron
con otra persona y descargaron toda la munición de sus armas
contra el cuerpo de un joven inocente.
Al ver a como matan a tu hijo delante tuya y tú gritando
detrás de él y te encuentras con los asesinos de frente, es
algo extremadamente duro.
Rahma explica como creyó que su hijo lo que estaba era
huyendo esa maldita noche de sus asesinos, sobre todo cuando
oyó como Munir gritaba “qué no soy yo, que no he hecho nada,
no he hecho nada”. “Mi hijo no ha hecho nunca nada a nadie
para matarlo” de la manera que lo hicieron esos sicarios.
A Rahma se le hace un nudo en la garganta que hace que casi
no pueda articular palabra para seguir con el relato, aunque
es una mujer fuerte y retoma el hilo de la conversación para
explicar que “cuando me doy la vuelta y me encuentro frente
a frente con ellos y si hubiese sabido que le habían hecho
eso a mi hijo”, deja claro que “me hubiese echado encima de
ellos”.
Pese al dolor que supone la pérdida de un hijo, la madre de
Munir, que en la entrevista portaba entre sus manos las
llaves de casa del infortunado joven, se rehace y continúa
con el relato de todo lo sucedido aquella fatídica noche. Su
hermano y otro de sus hijos oyen atentos como Rahma va
explicando con todo lujo de detalles lo acontecido aquella
fatídica noche que jamás, como asegura, podrá borrar de su
mente.
Es verdad que los padres están preparados para la muerte de
nuestro progenitores, pero nunca para la muerte de nuestros
hijos recordó un compañero en el coqueto y precioso salón
del domicilio familiar.
Estaba hablando con él y al abrir la puerta ellos,
refiriéndose a los asesinos, estaban corriendo “detrás del
otro”, entiéndase la persona a la que los pistoleros que
acribillaron a balazo a Munir venían buscando.
El hermano de Munir interviene en la conversación para decir
que había dos en el Zoco “para distraer a la gente, para que
se largasen” y había otro esperando aquí “al otro”. “Mi
hermano salió de la casa tranquilamente, así de claro”. “Dos
estaban en el Zoco y dos por los callejones”, matizó el
hermano del joven asesinado.
Rahma retoma la conversación para afirmar que al momento de
salir mi hijo es “cuando empezaron los disparos y cayó aquí
al lado”.
Repite una y otra vez que pensaba que su hijo se estaba
escondiendo por el miedo al oír los disparos, porque si
hubiese sabido que era a él “me hubiese tirado encima de
ellos; porque mi hijo ya estaba muerto en ese momento, ya
estaba muerto, aunque yo no pensaba eso”.
Fueron muchos los disparos que los pistoleros asesinos de
Munir realizaron, algo que la madre del joven corrobora.
“Fueron muchos, muchos”. Su hermano precisa que fueron
“veintinueve exactamente”
Rahma aclara que de momento no ha pedido los resultados de
la autopsia, “porque en este momento no me encuentro
preparada; la verdad que no”.
Pese a lo dicho, la madre del joven explica que “voy a pedir
la autopsia par saber cuantos disparos recibió, aunque creo
que mi hijo ha recibido más de ocho disparos en el corazón,
porque al salir mi hijo se encontró con ellos de frente y
ellos empezaron a disparar hasta que acabaron con las balas
y dieron la vuelta y yo detrás de ellos gritando, Munir,
Munir, Munir...”
Aunque no recuerda lo que le dijo a los asesinos de su hijo,
la madre asegura que éstos estaban discutiendo entre ellos
al darse cuenta que habían cometido un error y que se habían
equivocado. “Estaban peleando los dos”.
Al igual que hiciera desde un primer momento, Rahma solo
pide que “haga justicia, que busquen a los asesinos de mi
hijo, porque mi hijo ya no va a volver y esos asesinos van a
volver a salir a la calle” de nuevo. “Van a salir, una, dos
o tres veces. Van a salir siempre”.
El dolor que está pasando “no se olvida en la vida, jamás se
olvida”.
A renglón seguido, la madre explica como el catorce de
febrero su hijo se había comprometido, curiosamente el Día
de Los Enamorados.
Rahma explica que Munir era “maravilloso y para mí, como
madre, un hijo ejemplar. Soy una madre separada y he criado
a mis hijos con mis padres y la educación que me dieron a mí
es la que he dado a mis hijos. Puedes preguntar por él, era
un chico excelente. Era un chico ejemplar para todo el
mundo”.
Para ilustrar sus palabras, Rahma puso como ejemplo la
cantidad de personas que acudieron a las puertas del
Instituto Siete Colinas, donde estudiaba, Y esperemos que
mañana, por hoy, que acuda el doble de gente”. “Quiero
justicia para mi hijo. Que busquen a todo el mundo, casa por
casa y, además, tiene que ser ya y encontrarán a los
asesinos y las armas, porque el Príncipe es muy pequeñito”.
La muerte de Munir ha provocado un cambio radical en sus
amigos y en la barriada y “a las diez de la noche ya no hay
nadie en la calle. Desde el día que murió mi hijo ya no hay
nadie en la calle Hay miedo”. Ahora su vida es fatal, “es
algo insuperable y no hay palabras para describir esto”.
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