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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE ABRIL DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Casticismo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El jueves pasado, por la tarde, en cuanto oí la noticia acerca del incidente que había provocado Esperanza Aguirre con policías municipales en coche y otros motorizados, por haber aparcado en sitio prohibido en esa zona de la plaza de Callao que ha sido siempre santo y seña de la Gran Vía madrileña, dije para mis adentros: la condesa consorte de Bornos y grande de España ha comenzado ya a urdir maldades contra Ana Botella: alcaldesa de Madrid por obra y gracia de un dedazo a tiempo.

Y, a renglón seguido, me dije entre mí: Manolo: no te precipites en opinar al respecto, no vaya a ser que metas la pata hasta el corvejón. Y te pongas a la altura de Yolanda Bel, por ejemplo, cuyos pareceres sobre cualquier cometido son tan desatinados como para que la gente se los tome a chufla. Y, claro, me puse detrás de la barrera a verlas venir.

Y así he estado desde el jueves hasta el sábado, que es cuando escribo, oyendo y leyendo cuanto se ha venido diciendo acerca del espectáculo montado, en tan principal arteria madrileña, por parte de una mujer que sabe mejor que nadie cómo juntar chinitas con los pies a sus enemigos. Y si no que se lo pregunten a Alberto Ruiz-Gallardón. Quien, en un momento de desesperación, parece ser que se puso a decir por doquier: “Aunque creas que Esperanza es buena amiga tuya no te fíes mucho porque es capaz de prepararte una traición”.

Un andaluz lo habría dicho de manera más disimulada y con más arte: “No te fíes de la conocida como condesa de Bombay porque por delante te está haciendo la jarrita de plata, pero te está juntando chinitas con los pies”. Modo de actuar cuyo máxime representante en esta ciudad es nuestro alcalde. Si bien nuestro alcalde no le llega en arte ni en nada ni a la cintura de una mujer que fue capaz de decirle a Umbral: “Paco: Yo no bailo agarrado con los hombres que no tienen barriga…”.

Yo me la imagino, ahora mismo, a Esperanza Aguirre dirigiéndose a Umbral con la voz achulapada y hecha una manola de los pies a la cabeza. Y, como yo la veo, tengo la certeza de que la lleva viendo ese Madrid de los Austrias y los Borbones que siempre han estado caídos de boca por el casticismo. Del que doña Espe es, sin duda alguna, el mejor valor que la nobleza aporta a la causa del pueblo que se queda embobado ante cualquier grande de España que acceda a compartir con él los festejos tradicionales.

El casticismo de las clases altas es lo que hoy llamamos demagogia, dicen los peritos en la materia. Y es que el pueblo se siente halagado hasta extremos delirantes en cuanto se percata de que los poderosos asisten a las corridas de toros compartiendo asiento en andanadas altas y lejos de los sitios donde se dejan ver los nuevos ricos o ricos de toda la vida. Y qué decir cuando a alguien de la aristocracia le da la ventolera por disfrazarse en carnavales o presentarse en las verbenas para compartir alegría con los ciudadanos de ir tirando.

Cada vez que se sale del tiesto Esperanza Aguirre, y muchas han sido durante los últimos años, inmediatamente se hace visible en la alacena de mi memoria una figura que sigue siendo la máxima expresión del casticismo español: Isabel Francisca de Asís de Borbón ‘La Chata’: Infanta de España que llegó a ser Princesa de Asturias. Así pues, me atrevo a decir que el sainete montado por doña Espe…, castizales de tronío, en la Gran Vía, terminará por servirle para alcanzar la próxima meta que se proponga.
 

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