Los políticos utilizan el dinero
público sin las cautelas y austeridad que acostumbramos a
hacerlo con el propio, a no ser que seamos unos
descerebrados o irresponsables y optemos por el
despilfarrarlo a manos llenas. Perder el norte o ejercer una
utilización del dinero público como manirrotos, parece un
síntoma más que frecuente en quienes no ven el ererio
público con la reponsabilidad suficiente, sino como un
cortijo particular, en el que se hace y deshace a su antojo,
sin sentido de la medida ni el menor atisbo de mesura. Así
se producen los despilfarros y excesos económicos que
conducen a escandalosos comportamientos. Por estas
conductas, el pueblo llano suele valorar estas situaciones
con una frase más que elocuente: “Como se nota que el dinero
no es suyo”. Efectivamente, hay políticos, como es el caso
de Yolanda Bel, a la que poco le importa si de las arcas
municipales en supuesto equilibrio presupuestario, salen
arbitrariamente unos miles de euros más o menos, porque como
ella no los va a pagar, le da lo mismo.
El caso de la sentencia firme de la televisión pública es la
consecuencia más flagrante de cómo se pueden ir “engordando”
los intereses de demora y las costas judiciales de una
sentencia firme “sinne die” con el propósito que sólo
Yolanda Bel y sus asesores conocerán. Cualquier jurista no
llega a entender cómo si un ciudadano trata de evitar que
aumenten los gastos por intereses de demora, a la Ciudad
Autónoma de Ceuta no le importa que el montante económico se
dispare.
No han tenido suficiente con votar en un Consejo de
Administración la decisión judicial y desobedecer la
sentencia firme dictada por el Juzgado de los Social, sino
que ahora se valen de argucias para alargar el proceso.
Dirán: que pague el pueblo.
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