La portavoz accidental del Gobierno de la Ciudad, Yolanda
Bel, manifestó el pasado viernes que la defensora del
pueblo, Soledad Becerril, había mostrado una gran
satisfacción por el paso tan cualitativo en el
funcionamiento y el trabajo que se viene realizando desde el
Área de Menores. Igualmente Bel destacó que Becerril también
había destacado a Vivas “la mejora sobresaliente que se ha
producido en el Centro de La Esperanza en su funcionamiento,
sus instalaciones, en la metodología y en la dinámica diaria
que se lleva en el centro”
No obstante, las estadísticas que maneja el Gobierno de
Ceuta, encargado de la tutela de estos niños, muestran que
los menores marroquíes que entran ilegalmente en Ceuta no lo
hacen para quedarse, sólo para intentar cruzar el Estrecho o
bien para estar una temporada en ambas ciudades y
posteriormente regresar a su país de origen.
Esta situación indica que sólo el 16,89 % de estos menores
reside “de forma estable” en un albergue especialmente
dedicado a ellos.
Fuentes del área de Menores del Gobierno ceutí han informado
de que hace más de un año que se cerró la antigua residencia
militar de “La Esperanza”, por sus malas condiciones de
habitabilidad, y se abrió un nuevo centro en la zona de Hadú
para acoger a estos menores en mejores condiciones.
Sin embargo, los datos han puesto de relieve que estos
niños, conocidos como MENA (Menores Extranjeros no
Acompañados), sólo buscan una estancia temporal en la
ciudad.
Estos menores proceden en su mayoría de poblaciones cercanas
a la frontera de Ceuta como Castillejos o Tetuán.
En 2013 el albergue de Ceuta registró 687 ingresos que se
correspondieron con 290 menores, ya que muchos de ellos
entran y luego se pasan varias semanas sin volver, al estar
en un régimen abierto.
El 57,6 por ciento de estos menores proceden de Castillejos,
un 20 por ciento de Tetuán y el resto de otras ciudades
marroquíes como Rabat.
Todos entran en Ceuta ilegalmente por la frontera, bien con
pasaportes falsos, bien acompañados de mayores de edad
-algunos de ellos incluso por sus padres- que luego los
abandonan en la ciudad o bien escondidos en alguno de los
más de 2.500 vehículos que cada día cruzan la aduana
fronteriza.
“Huyen de la miseria y buscan en Ceuta o en la península un
futuro mejor porque en sus casas no tienen absolutamente
nada”, cuenta un policía local.
Sin embargo, ninguno de ellos entra en Ceuta para quedarse,
sólo buscan algún dinero mediante la mendicidad o ejerciendo
como guardacoches o intentan esconderse en un barco para
cruzar el Estrecho de Gibraltar y llegar a la península.
Un agente de la Policía Local ha señalado que una prueba
evidente de que estos menores no están desamparados es que
cuando hay alguna festividad en Marruecos suelen volver a
cruzar la frontera para estar con sus familiares.
Fuentes del Gobierno autonómico afirman que la Ciudad
destina anualmente unos 3 millones de euros para atender a
estos niños, de los cuales el Ejecutivo central aporta un
millón.
Ya sea por necesidad o por picaresca, lo cierto es que Ceuta
seguirá acogiendo a estos menores por ley y porque, al fin y
al cabo, se trata de otro tipo de inmigración
|