La manera de ser del delegado del
Gobierno no siempre es aceptada por sus adversarios
políticos, que se prodigan en dedicarle gran número de
epítetos a la hora de criticar cualquiera de sus
actuaciones. Sin embargo, Francisco Antonio González Pérez,
podrá gustar más o menos en su conducta pero siempre ha sido
tal cual. No se ha apreciado variación alguna en su
trayectoria y, con independencia que se esté o no de acuerdo
con él, también hay que valorarle que se le ve venir de
frente, sin ambigüedades, sin veleidades. González Pérez
siempre tiene muy claro el objetivo de sus actuaciones y su
línea de actuación ha sido clara.
Quienes tratan de vilipendiarlo con palabras grandilocuentes
han de saber que siempre se definió como un “corredor de
fondo”, es decir, supo proyectar sus miras muy altas en el
horizonte político. No podrá decirse de González Pérez que
no sabe encajar las situaciones difíciles ni que evite
llamar a las cosas por su nombre, aunque por razones del
cargo que ocupa, esté obligado a guardar la cautela
necesaria para no perjudicar las actuaciones policiales.
En política, Francisco Antonio González cuenta con una
dilatada trayectoria y se ha curtido en mil y una batallas.
Un magnífico bagaje para poder fajarse en cuantos envites ha
de afrontar. Los últimos avatares en materia inmigración y
de seguridad tan polémicos como trágicos, le han situado en
el centro de todas las diatribas. Una situación que le ha
resultado especialmente desagradable, porque entiende que no
es forma de hacer política basándose en las desgracias de
los demás. No obstante, en este diabólico escenario,
González Pérez debe saber tener la serenidad suficiente como
para pensar con la cabeza fría y afrontar las situaciones
más adversas.
|