El proceso de cambio acelerado que se produce al final de la
Guerra Fría, a finales de los años 80 y que nos lleva hasta
la actualidad, han sido analizados por el profesor de
Relaciones internacionales de la UNED, Carlos Echeverría, en
la inauguración del simposio sobre Geopolítica y
Geoestrategia, en las Jornadas que cumplen su XII edición y
que se han inaugurado a cargo del director del Centro
Asociado de Ceuta, Fernando Jover.
El conferenciante ha analizado las dos décadas y media de
globalización, de posguerra Fría que, desde una aproximación
de seguridad y defensa se caracteriza por la complejidad, la
multiplicación de actores y factores, y una creciente
inseguridad, así como también una creciente dificultad a la
hora de prevenir acontecimientos y una puesta a prueba de
los mecanismos de la comunidad internacional para prevenir,
gestionar y resolver conflictos.
Carlos Echeverría aludió al nacimiento de un proceso que
viene marcado por el desmoronamiento del bloque soviético,
aludiendo a la aproximación de la sociedad de nuestro tiempo
en profundo cambio: el enfriamiento progresivo de las
relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. “El
fin de la Guerra Fría nos abre un mundo menos previsible”,
dijo el conferenciante, debido a que “el pulso de las dos
potencias desaparece” y se producen procesos de cambio en
países y continentes, “la guerra y la paz pasan a ocuparse
de una dimensión nueva”, dice Carlos Echeverría.
Surgen las guerras de Vietnam, Afganistan, guerras
convencionales de países árabes con Israel, la guerra de las
Malvinas, con su propia dinámica y que se vieron afectadas
por la Guerra Fría. “la primera guerra de la globalización
fue la de 1.991, la Guerra del Golfo, con los “deberes
hechos de la legitimación que tuvo su dimensión.
Para ilustrar ese proceso de cambio la ONU en su Consejo de
Seguridad había aprobado durante la Guerra Fría 644
resoluciones y desde 1.989 hasta hoy, lo ha hecho en más de
1.400 resoluciones, es decir, más resoluciones de su Consejo
de Seguridad en 25 años de posguerra Fría que en 44 de
Guerra Fría.
Las claves para esta transformación en opinión del
conferenciante es “romper con lo que en un primer momento
fue el optimismo desaforado, sobre todo, de los países
occidentales, que al haber ganado por así decirlo, la Guerra
Fría creían que necesariamente el mundo que se abría nuevo
iba a ser mejor y una llamada de atención con respecto a esa
multiplicación de actores y factores, a esa creciente
confusión, a esa creciente dificultad no sólo a la hora de
analizar sino a la hora de tomar decisiones, digamos que
inteligentes y eficaces de cara a un mundo más estable y más
pacífico”.
Para el conferenciante, tras la Guerra Fría surgen “actores
no estatales que se hacen más fuertes y desafían, como
sucedió en las dos últimas guerras de Israel contra no
estatales como Hamas. Las guerras balcánicas “inverosímiles
en la época de la Guerra Fría, pero desarrollables en la
posguerra Fría. Se rompe con el axioma de que como
equilibrio de paz”.
El proceso de la Unión Europea, según el conferenciante “es
el resultado feliz de muchas cosas, pero no de políticos
visionarios, ya que otros hicieron el trabajo de la
seguridad en el continente, donde participó Estados Unidos”.
La emergencia de la guerra en distintos escenarios, supone
“romper el corsé de la Guerra Fría por esa dinamización de
actores y factores, pensaban algunos que debían caminar en
procesos de integración regional”.
En el 1.989 se crea la Unión para el Magreb que nació
después de la Guerra Fría y que durante ésta no hubiera sido
posible porque Argelia y Libia eran próximas a la Unión
Soviética, mientras Marruecos es más próximo a los países
occidentales, y Mauritania y Túnez “no contaban en activismo
político”.
El conferenciante se refirió también a que “la dimensión del
Islam que es más que el nacionalismo árabe, que fue elemento
del norte de Africa u Oriente Medio y no surge hasta “la
revolución islámica en Irán”.
Carlos Echeverría considera que “aparte de tratarse de
conflictos intraeuropeos, se percibe una dimensión en
términos culturales”. Y se refirió al caso de Somalia, donde
“la comunidad internacional se obnubila a la hora de
analizar este conflicto y de darle respuesta”.
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