Nunca os jactéis de autodidactos,
os repito, porque es poco lo que se puede aprender sin
auxilio ajeno. Aforismo que Antonio Machado pone en
boca de Juan de Mairena: profesor apócrifo en una de
las obras fundamentales de la literatura española.
En esa sentencia se demuestra que el gran poeta sevillano,
licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, tenía metido
entre ceja y ceja lo que sigue: si ya es difícil aprender
con la ayuda de un maestro, conseguirlo sin ayuda de nadie
debe provocar recelos.
De lo que se deduce que Miguel Hernández, por
ejemplo, no dejaba de ser un bulto sospechoso, carente de
todo crédito, por haber tenido que aprender siendo un lector
compulsivo mientras pastoreaba cabras. El poeta de Orihuela
es el mejor caso de persona autodidacta.
Autodidactos que lograron fama mundial en distintas
disciplinas son tantos que, si a mí se me ocurriera
mencionarlos, no cabrían en esta página. Y debo decirles que
me quedo corto para que no se diga que peco de exagerado. Si
bien no me resisto a nominar algunos que son de sobra
conocidos: Agatha Cristie y Pearls Buck, Alexandre Graham
Bell y Thomas Alve Edeson, Rober Frost y Mozart, y así
podría continuar hasta mañana. Siguiendo la estela de
Rousseau: que fue filósofo, músico, botánico y teórico
político y social francés.
En España, como escritores de periódicos, aún sigue luciendo
la estrella de Francisco Umbral como arquetipo de
alguien que escribía como los ángeles -si es que éstos han
escrito alguna vez- sin acreditación universitaria. Con
acreditación universitaria se puede ser un negado del mismo
modo que alguien que se haya instruido por su cuenta y
carezca de título.
Los títulos ayudan a encontrar trabajo. Sería absurdo no
reconocerlo. Pero tampoco conviene olvidar el caso
excepcional del doctor Vivian Theodore Thomas:
técnico quirúrgico afroamericano y profesor de cirugía, con
un limitado grado de educación formal. Sí, ya sé que la
excepción no hace la regla y mucho menos en algo tan
sumamente delicado como es el estudio de la medicina:
Ciencia que trata de la prevención y curación de las
enfermedades y de sus distintas especialidades.
Yo he tenido la suerte de conocer autodidactos geniales en
lo suyo. Verbigracia: había un químico auténtico de vinos en
mi pueblo. Con una formación autodidacta pero sólida y
verdadera. Era un genio en la materia. Y los propietarios de
bodegas se lo rifaban ante el careto mohíno de los más
distinguidos y remilgados licenciados. Cruyff, me acabo de
acordar en estos momentos, nunca dejó de hacerle una higa
tanto a la escuela como al colegio de entrenadores. Y, sin
embargo, dejó huella de enorme sapiencia en los banquillos.
Por cierto: jamás me dio a mí por denunciar o impedir que
alguien sin carné de entrenador ejerciera como adversario
mío.
Resumiendo: lo dicho, por encima, acerca de un tema -que es
la palabra que ahora está en boga- tan sometido siempre a
discusión, tiene un fin: recordarles a quienes le echan en
cara a Emilio Carreira, portavoz del Gobierno, y
consejero de Hacienda, Economía y Recursos Humanos, su falta
de titulación universitaria, aun estando en su derecho a
hacerlo, que el señor Carreira cuenta con experiencia y es
solvente en la gestión que desempeña. Otra cosa es que su
forma de ser y sus maniobras políticas no sean del agrado de
cuantos se afanan por sambenitarlo. Y quien escribe, que
conste en acta, nunca se codeó con él.
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