Los descuidos de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado suponen, a veces, ciertos sobresaltos
aunque tengan un final feliz, como sucedió recientemente,
hace unos quince días, cuando un guardia civil dejó su arma
reglamentaria en el interior de su propio vehículo y un
individuo se la robó, aunque horas después la devolvió en la
propia Comandancia de la Guardia Civil, se desconoce si por
arrepentimiento o por temor a ser descubierto.
Este hecho resultó una sorpresa para el Instituto Armado que
un “alma cándida” tuviera el pálpito de hacer esta “buena
acción” y no hacer un mal uso de ella.
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