El pasado sábado se manifestaron
en Madrid, miles de personas bajo el lema por la dignidad.
No hay ninguna dignidad, sino todo lo contrario, en que el
derecho a manifestarse mostrando su protesta por los
recortes que desemboque en una algarada multitudinaria como
la que 400 radicales protagonizaron en esa manifestación que
se suponía, que es mucho suponer, en una manifestación
pacifica..
Por muy coordinados que estuvieran los alborotadores, que lo
están, tampoco es normal que con un despliegue de seguridad
de más de 1.600 efectivos policiales 67 agentes resultaran
malheridos, con brechas en la cabeza, donde se les han
tenido que coger varios puntos de sutura.
Ls quejas de los sindicatos policiales, que han pedido la
dimisión de los responsables del dispositivo, teniendo en
cuenta todo cuanto ha ocurrido, son por de más del todo
lógicas pues, al parecer, hubo anomalías en la comunicación
entre operativos, una pésima planificación y restricciones
injustificada en el empleo de material antidisturbios, lo
que facilitó el ataque de estos bárbaros, propiciando
situaciones de alto riesgo para los agentes.
No cabe duda alguna que contra la violencia de estos
individuos radicales, sólo cabe usar todo el material
antidisturbios del que se disponga, para evitar que estos
salvajes, por llamarles de alguna forma, a estos bárbaros,
no ataquen a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado,
que se ven desprotegidos al no contar con todo el material
antidisturbios que se necesita para contenerlos.
Dejemos, de una vez por todas, a un lado el asunto ese del
qué dirán si las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado,
en casos como estos, emplean todo el material antidisturbios
que poseen, para frenar a estos vándalos, que no merecen ni
al agua que se beben.
Y las criticas que hagan, las hagan quienes las hagan, sobre
la actuación policial en esa clase de manifestaciones contra
esos vándalos, sobre la actuación policial, nos las pasamos
por donde la espaldas pierde su nombre. Más vale ponerse una
vez colorado, que ciento amarillo.
La investigación para “determinar los fallos” del
dispositivo ordenado debe tener consecuencias, al menos para
que ni los agentes vuelvan a sentirse indefensos, ni los
violentos impunes. Donde, por cierto, uno de estos atacantes
ha sido acusado de intento de homicidio. Sobre él debe caer
todo el peso de la ley, con un castigo ejemplarizante, para
que el resto de los violentos se lo vayan pensando.
Igual que de ser ejemplarizante, el castigo y la multa que
se les imponga a los organizadores, para que el mobiliario
urbano, los cajeros y el destrozo del pavimento, sean
pagados por ellos y no por el resto de todos los españoles
que no somos culpables de la actuación de esos radicales.
Y para final, ese personajillo de medio pelo, actor del tres
al cuarto, Willy Toledo, lee un manifiesto. Me da la
sensación que será, ese manifiesto, parecido al que lee en
las manifestaciones que se dan en su amada Cuba o su
admirada Venezuela. Pues ya se sabe, que en esos tan
democráticos pases, donde cada día hay una manifestación no
hay radicales, pues han sido erradicados.
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