La Hermandad de los Remedios vivió ayer una jornada de
especial fervor religioso y cofrade en torno a su venerado
titular el Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Estos cultos
especialmente dedicados al Santo Crucifijo de los Remedios
se han celebrado este año por primera vez y serán antesala
del tradicional Septenario dedicado a Nuestra Señora del
Mayor Dolor, de gran arraigo en la feligresía.
Durante todo el día, ininterrumpidamente, el Santísimo
Cristo de la Buena Muerte permaneció expuesto en ceremonia
de Besapié para que cuantos fieles lo deseasen pudieran
venerarlo de cerca. El catafalco con la sagrada imagen se
instaló en el altar mayor del templo parroquial, lo que
ofreció una estampa novedosa, si bien la Hermandad buscó la
sobriedad y la mesura para crear un ambiente de oración y
recogimiento.
A las 19.30 horas se celebró el Santo Sacrificio de la Misa,
que fue presidido por el párroco y director espiritual de la
Hermandad, Padre Marcos Peña Timón, mientras que el
acompañamiento musical de la función estuvo a cargo del trío
Síncopa Camera que, generosamente, participó en estos cultos
interpretando obras clásicas de Haendel, Mozart, Beethoven y
Lowel Mason.
Al término de la Misa la venerada imagen no pudo recorrer
las calles de la feligresía en Vía Crucis, tal y como estaba
previsto, debido a la incesante lluvia que ayer cayó sobre
la ciudad, de ahí que este se realizara en el interior del
templo, estrenándose posteriormente tres composiciones a
modo de saetas o coplas para capilla musical tituladas
“Buena Muerte”, “Madre Dolorosa” y “Viernes Santo en los
Remedios” , que han sido compuestas, dedicadas y donadas a
la Hermandad por el ceutí Juan José Vicente Martín, con
arreglo e instrumentación de José Miñano Couce. Se trata de
breves composiciones de tono lastimero y penitencial para
oboe, dos clarinetes y fagot. Su interpretación corrió a
cargo de un grupo de Música de Capilla de reciente creación
en la ciudad.
Una vez finalizado el Vía Crucis, ya en el interior del
templo, se celebró la solemne entronización del Cristo de la
Buena Muerte en su paso procesional, un acto emotivo y de
gran plasticidad que se celebró públicamente por primera
vez, consistente en trasladar e izar la imagen al paso en el
que recorrerá las calles de Ceuta en la tarde-noche del
Viernes Santo.
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