En horas tan tristes como las que
hemos estado viviendo con respecto a la lucha por la vida de
Adolfo Suárez y llegado estos momentos de su muerte no
tenemos por menos que hacernos eco del pesar que nos
alberga, al tiempo que compartimos el dolor de sus
familiares, dando las gracias al Cielo por la “paz que
derramó y que sus buenas obras, nos sirvan de ejemplo”.
Descanse, pues, en la Paz del Señor don Adolfo Suárez
González.
Los ceutíes tuvimos dos visitas del presidente Suarez a
nuestra ciudad: una cuando los “tambores de guerra”, el 5 de
diciembre de 1980, resonaban en los cuarteles y, a la vista
de ello, se dignó visitar Ceuta y reunirse, él solo y en su
feudo, con los Jefes y Oficiales del Tercio Duque de Alba de
la Legión en cuyo transcurso se habló de todo y de todos y
de donde salió triunfante porque en las distancias cortas
era un verdadero maestro. Acompañaban a Adolfo Suarez el
Capitán General de Sevilla, Tte. General Merry Gordon (que
dos meses después estuvo a punto de sumarse al 23F); el
Comandante General y delegado del Gobierno en Ceuta, General
Mariñas Romero, y el Alcalde de la Ciudad Ricardo Muñoz.
Había inaugurado la nueva ampliación de la Central Térmica y
las instalaciones de la Casa del Mar donde se produjo un
suceso en el que se demostró la sangre fría y el semblante y
disposición personal del presidente Suárez, al desprenderse
una de las mamparas de cristal que cubrían las escaleras de
dicha residencia, que vino a herir un periodista del diario
sol de España de Málaga que le seguía, a pesar del
estruendoso ruido y de la sospecha por parte de todo el
séquito que le seguía que podría tratarse de un artefacto,
Adolfo Suárez ni se inmutó y cuando vinieron a darse cuenta
del porqué no asistía a una reunión con representantes de la
Cofradía de Pescadores que se le había convocado a tal
efecto, vino en conocerse que se había desplazado a la
clínica de Ntra. Sra. de los Ángeles para visitar al
periodista que allí había sido trasladado para la cura de
sus heridas.
Por la noche le fue ofrecida una cena en el hotel La Muralla
por militantes de la Unión de Centro Democrático y
recordamos como a la entrada del establecimiento hotelero,
donde se encontraban directivos del partido, parlamentarios
y otras autoridades, al acercarse al Senador Serafín Becerra
le hizo un amago de golpe boxístico, recordándole sus
tiempos de boxeador, fundiéndose después en un apretado
abrazo, con lo que se demostraba, una vez más, el carisma
del presidente Suárez.
Otro detalle del carisma de Adolfo Suárez fue cuando a la
llegada a la puerta de la Delegación del Gobierno se
encontró con una pequeña agrupación de demandantes de
viviendas, capitaneados por el popular dirigente vecinal
Joselito, a quien saliéndose de la comitiva que le
acompañaba, atendió en sus demandas y en vez de la
reprobación que se esperaba, recibió el cariñoso aplauso de
cuantos acompañaban al dirigente vecinal.
También recordamos la visita de Adolfo Suárez a Ceuta
cuando, por iniciativa y propuesta del Alcalde-Presidente
Jesús Fortes (quizás uno de los pocos políticos que le
reconoció sus méritos en vida) le fue concedido el I Premio
Convivencia “por haber contribuido de forma relevante y
ejemplar al fomento de los valores de justicia, fraternidad,
paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los
hombres, durante la transición política española”. En su
discurso el galardonado puso especial énfasis en la
transición española, trazando un paralelismo entre el
ejemplo de la población ceutí y el período de la transición
política española.
En 1981, presentó su dimisión de presidente del gobierno,
sintiéndose acorralado y presionado por el fallido intento
de levantamiento militar del 23F, dada la incomprensión de
la mayoría de miembros de su partido, de parte del los
poderes fácticos de la nación (ejército, clero y banca por
este orden que no le admitían sus propuestas de legalización
del comunismo, del divorcio y pactos de la Moncloa) y de la
misma gente que le votó para su elección. Después de tratar
de reorganizarse, sin éxito, con la creación del partido
Centro Democrático y Social, En 1991 abandonó la política.
Así hoy, en reconocimiento de su crucial y valiosa actuación
en el devenir de la historia de España, lo que nos permitió
vivir en paz y en democracia, se le rinden los merecidos
honores que en vida, por desgracia, se les negaron.
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