La Mesa de Contratación decidió
ayer, por fin, adjudicar la obra de la Marina a Proyecon
Galicia, tras estudiar concienzudamente lo que podía ser una
baja temeraria en cuanto a la oferta de 2,7 millones de
euros. Se pone así fin, prácticamente sobre la bocina, a
todo un cúmulo de circunstancias adversas que han ido
sobreviniendo en todo este proceso, tan tortuoso como
enrevesado y que ha ido sufriendo modificaciones o cambios
sobre la marcha. En un principio se había proyectado una
obra faraónica que después fue simplificada, y por si
faltaba algo, como ayer publicamos en estas mismas páginas,
el Juzgado intervino con una solicitud de embargo a la
Ciudad, a la vista que los períodos de tiempo iban caducando
y la situación no se resolvía en los garajes afectados por
las filtraciones.
En todo este periplo de situaciones administrativas,
políticas y judiciales, el Gobierno de la Ciudad ha ido
variando de postura aunque hay que destacar la labor y el
esfuerzo de la consejera de Fomento y Urbanismo, Susana
Román, quien siempre creyó en el proyecto, quien se batió
para sacarlo adelante y quien finalmente ha logrado que
pueda ser una realidad, tras la adjudicación a una empresa
que lo acometerá. En esta carrera de obstáculos, Susana
Román ha sido como los juncos, nunca se doblegó aunque los
vientos eran fuertes y parecía que podían con ella.
La obra de la Marina, con mucho esfuerzo y no poca
controversia, parece que ha llegado -en cuanto a
vicisitudes-, a su tramo final. Un asunto que ha resultado
de lo más revuelto y que requería una solución definitiva,
que parece ha llegado tras sopesar los técnicos la oferta
económica más baja. Dicen los castizos que bien está lo que
bien acaba y así parecer ser en este caso, aunque no
descarten más sorpresas desagradables. Con el presidente
Vivas todo es posible.
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