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OPINIÓN - JUEVES, 20 DE MARZO DE 2014

 
OPINIÓN

En Ceuta nos gobierna un presidente
en fase avanzada de neurosis

Por Ramiro T.


Carracao dijo ayer en el Pleno que asistíamos a la ceremonia de la confusión y tiene razón. Aróstegui acusó al Gobierno Vivas de protagonizar decisiones atropelladas, que se superponen unas con otras y tiene razón. El portavoz socialista calificó al Ejecutivo de “desnortado” y está en lo cierto, mientras el diputado de Caballas afirmó que Vivas “es el reflejo del caos” y acierta. En Ceuta nos gobierna un presidente lunático, en fase avanzada de neurosis. Sólo así cabe calificar a un Juan Vivas que se caracteriza por actuar al margen del principio de realidad. Freud defendió que son dos los principios que regulan el funcionamiento de la psique, el principio del placer y el principio de realidad. Este último asume las limitaciones que el mundo nos impone, por muy dolorosas que estas nos resulten. El primero, en cambio, nos conduce a buscar el placer y huir del sufrimiento.

Freud explicó que la negación de la realidad genera en la mente un ámbito autónomo en el que el principio del placer campa a sus anchas. Lo llamó el “fantaseo, que ya comienza con el juego de los niños y continúa luego como fantasía diurna, abandonando la dependencia de los objetos reales” . En este sentido, las continuas victorias electorales de Vivas han provocado en él un desplazamiento del principio de realidad en beneficio de fantasías que, desde un punto de vista psicoanalítico, pueden considerarse compulsivas.

Hay indicios, tanto indirectos como directos, de la neurosis que afecta al Gobierno de Vivas. Entre ellos puede traerse a colación el parloteo sin sentido e imparable de Yolanda Bel que ya se estudia en todas las escuelas de psicoanálisis del mundo. Pero quien más preocupa actualmente en este sentido es Juan Vivas, al que el poder le ha hecho perder la cabeza, lo ha convertido en arrogante y soberbio y le ha alejado de la realidad, situándolo en una peligrosa alienación que le hace perder la noción. Tras tantos años en el poder se cree un dios o su enviado en la Tierra, queriendo propiciar el culto a su personalidad y tornándose cruel con los que no lo hacen. Todos estos síntomas, provocan múltiples controversias con su equipo de Gobierno, como sucedió ayer con Susana Román sobre una moción que llevó el equipo de Gobierno y en la que no se pusieron de acuerdo ni la consejera ni el presidente, y que fue una demostración más de cómo Juan Vivas anula a sus consejeros, incluso los ridiculiza y les deja a los pies de los caballos.

Juan Vivas se ha convertido en un sujeto sin escrúpulos, que no es consciente de sus errores y fracasos y es capaz de dormir a pierna suelta sin que ni siquiera le afecte su aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para cualquier persona con salud mental, resultarían insoportables.

La desautorización de sus consejeros no es solo en el Pleno o durante los recesos como ocurrió ayer, donde incluso llegó a exclamar un “me cago en la puta” que dejó en evidencia su perdida de papeles y a la consejera de Fomento inhabilitada y en ridículo. Es más, los desencuentros llegan ya al propio Consejo de Gobierno, como sucedió en el último celebrado el pasado viernes, también con Susana Román, en relación a la obra de la Marina en la que tanto empeño ha puesto Román por encargo de Vivas y que ahora, increíblemente, el impedimento no es de Caballas, sino de su propio presidente, interesado ahora en que el proyecto no se adjudique no sabemos con que intereses, lo que ha estado a punto de provocar la dimisón de Román que se ha mantenido firme.

Al erigirse ayer en portavoz de su grupo, Juan Vivas demuestra que le sobran todos, que es único, que asume en sí mismo el poder omnímodo, abarcándolo y pudiendo con todo, en esa supremacía propia de los césares romanos. Con ese protagonismo que asumió ayer en el Pleno quiso demostrar las limitaciones de quienes le rodean, puso énfasis en demostrar la incapacidad para defender lo que él, sumo entre los sumos, es capaz de defender con ese verbo y esa inteligencia inigualable.

Regocijado en la mediocridad de la que se siente rodeado, Juan Vivas asume un protagonismo que le eleva al Olimpo de la política con ese buen decir aunque el hacer le deje en evidencia. No asume errores propios y cualquier fallo o error lo atribuye a otros, a aquéllos que no son capaces de defender los asuntos como él en esa inmensidad de conocimientos de los que se ve adornado con la inteligencia suprema de quien muestra habilidad para decir una cosa y la contraria sin solución de continuidad. Este superdotado de la política, capaz de ridiculizar a los miembros de su Gobierno, de utilizarlos cual peleles, se siente con el don supremo de la excelencia y de la exclusividad de la verdad absoluta. A su alrededor ha dejado a una serie de figurantes, a los que pone en evidencia cada dos por tres. Es el precio al silencio y a rendir pleitesía por un puesto o por un cargo.

Después de mucho tiempo analizando a Vivas, yo estoy convencido de que no miente, sino que se cree sus embustes. Vive en un mundo paralelo de fantasía, alejado del principio de realidad. Ha conseguido convertir al Partido popular de Ceuta en una mera marca a su servicio. En condiciones normales, con un partido vivo y cuerdo, el Gobierno ya habría dimitido en bloque y tendríamos otro presidente en estos momentos.

Su intervención de ayer en el debate no tiene parangón: piensa que le sobra todo el mundo, que él se basta para afrontar cualquier envite, que es imprescindible y que después de él, el diluvio. Cuando la realidad, esa que el niega para dar rienda suelta a su placer (como diría Freud), es que el que sobra es precisamente él.
 

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