Carracao dijo ayer en el Pleno que asistíamos a la ceremonia
de la confusión y tiene razón. Aróstegui acusó al Gobierno
Vivas de protagonizar decisiones atropelladas, que se
superponen unas con otras y tiene razón. El portavoz
socialista calificó al Ejecutivo de “desnortado” y está en
lo cierto, mientras el diputado de Caballas afirmó que Vivas
“es el reflejo del caos” y acierta. En Ceuta nos gobierna un
presidente lunático, en fase avanzada de neurosis. Sólo así
cabe calificar a un Juan Vivas que se caracteriza por actuar
al margen del principio de realidad. Freud defendió que son
dos los principios que regulan el funcionamiento de la
psique, el principio del placer y el principio de realidad.
Este último asume las limitaciones que el mundo nos impone,
por muy dolorosas que estas nos resulten. El primero, en
cambio, nos conduce a buscar el placer y huir del
sufrimiento.
Freud explicó que la negación de la realidad genera en la
mente un ámbito autónomo en el que el principio del placer
campa a sus anchas. Lo llamó el “fantaseo, que ya comienza
con el juego de los niños y continúa luego como fantasía
diurna, abandonando la dependencia de los objetos reales” .
En este sentido, las continuas victorias electorales de
Vivas han provocado en él un desplazamiento del principio de
realidad en beneficio de fantasías que, desde un punto de
vista psicoanalítico, pueden considerarse compulsivas.
Hay indicios, tanto indirectos como directos, de la neurosis
que afecta al Gobierno de Vivas. Entre ellos puede traerse a
colación el parloteo sin sentido e imparable de Yolanda Bel
que ya se estudia en todas las escuelas de psicoanálisis del
mundo. Pero quien más preocupa actualmente en este sentido
es Juan Vivas, al que el poder le ha hecho perder la cabeza,
lo ha convertido en arrogante y soberbio y le ha alejado de
la realidad, situándolo en una peligrosa alienación que le
hace perder la noción. Tras tantos años en el poder se cree
un dios o su enviado en la Tierra, queriendo propiciar el
culto a su personalidad y tornándose cruel con los que no lo
hacen. Todos estos síntomas, provocan múltiples
controversias con su equipo de Gobierno, como sucedió ayer
con Susana Román sobre una moción que llevó el equipo de
Gobierno y en la que no se pusieron de acuerdo ni la
consejera ni el presidente, y que fue una demostración más
de cómo Juan Vivas anula a sus consejeros, incluso los
ridiculiza y les deja a los pies de los caballos.
Juan Vivas se ha convertido en un sujeto sin escrúpulos, que
no es consciente de sus errores y fracasos y es capaz de
dormir a pierna suelta sin que ni siquiera le afecte su
aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para
cualquier persona con salud mental, resultarían
insoportables.
La desautorización de sus consejeros no es solo en el Pleno
o durante los recesos como ocurrió ayer, donde incluso llegó
a exclamar un “me cago en la puta” que dejó en evidencia su
perdida de papeles y a la consejera de Fomento inhabilitada
y en ridículo. Es más, los desencuentros llegan ya al propio
Consejo de Gobierno, como sucedió en el último celebrado el
pasado viernes, también con Susana Román, en relación a la
obra de la Marina en la que tanto empeño ha puesto Román por
encargo de Vivas y que ahora, increíblemente, el impedimento
no es de Caballas, sino de su propio presidente, interesado
ahora en que el proyecto no se adjudique no sabemos con que
intereses, lo que ha estado a punto de provocar la dimisón
de Román que se ha mantenido firme.
Al erigirse ayer en portavoz de su grupo, Juan Vivas
demuestra que le sobran todos, que es único, que asume en sí
mismo el poder omnímodo, abarcándolo y pudiendo con todo, en
esa supremacía propia de los césares romanos. Con ese
protagonismo que asumió ayer en el Pleno quiso demostrar las
limitaciones de quienes le rodean, puso énfasis en demostrar
la incapacidad para defender lo que él, sumo entre los
sumos, es capaz de defender con ese verbo y esa inteligencia
inigualable.
Regocijado en la mediocridad de la que se siente rodeado,
Juan Vivas asume un protagonismo que le eleva al Olimpo de
la política con ese buen decir aunque el hacer le deje en
evidencia. No asume errores propios y cualquier fallo o
error lo atribuye a otros, a aquéllos que no son capaces de
defender los asuntos como él en esa inmensidad de
conocimientos de los que se ve adornado con la inteligencia
suprema de quien muestra habilidad para decir una cosa y la
contraria sin solución de continuidad. Este superdotado de
la política, capaz de ridiculizar a los miembros de su
Gobierno, de utilizarlos cual peleles, se siente con el don
supremo de la excelencia y de la exclusividad de la verdad
absoluta. A su alrededor ha dejado a una serie de
figurantes, a los que pone en evidencia cada dos por tres.
Es el precio al silencio y a rendir pleitesía por un puesto
o por un cargo.
Después de mucho tiempo analizando a Vivas, yo estoy
convencido de que no miente, sino que se cree sus embustes.
Vive en un mundo paralelo de fantasía, alejado del principio
de realidad. Ha conseguido convertir al Partido popular de
Ceuta en una mera marca a su servicio. En condiciones
normales, con un partido vivo y cuerdo, el Gobierno ya
habría dimitido en bloque y tendríamos otro presidente en
estos momentos.
Su intervención de ayer en el debate no tiene parangón:
piensa que le sobra todo el mundo, que él se basta para
afrontar cualquier envite, que es imprescindible y que
después de él, el diluvio. Cuando la realidad, esa que el
niega para dar rienda suelta a su placer (como diría Freud),
es que el que sobra es precisamente él.
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