Los españoles ven la corrupción como uno de los grandes
problemas del país. En las últimas encuentas, un 39,3% de
los encuestados citó la corrupción como uno de los grandes
problemas del país. Y un 29,4% también señaló como problema
a los políticos en general. La preocupación de los españoles
por la corrupción y por la deriva de la política ha ido
creciendo durante la crisis, y ahora ya está cerca de los
máximos que marcó a mediados de los noventa, en pleno boom
de escándalos en el último gobierno de Felipe González
En Ceuta, tras trece años en la presidencia, Vivas se
encuentra con la mierda que intentan ocultar bajo la
alfombra trepando ya por las paredes. Está tan acostumbrado
a mentir que ya se cree sus propias mentiras. Vive en un
síndrome de Pinocho elevado al cubo. La historia siempre es
la misma: una trola que sale a la luz, otra trola que sale a
rodar, otra trola que desvía la atención. Desde hace casi
tres años vivimos en una máquina de pinball política,
esquivando una trola detrás de otra.
El principio de Pinocho en el que Vivas ha basado la
presente legislatura (una patraña detrás de otra y miento
porque me toca) está alcanzando cotas verdaderamente
cómicas. Son rehenes de su propia mendacidad, como Jim
Carrey en aquella película.
Pero lo peor en su caso es que parece haber dejado de
avergonzarse porque su imágen personal sufra un gran
desprestigio público. Y actúa así porque pese a que la
corrupción se considera un comportamiento reprobable y
vergonzante, Vivas confía en que mantienen intacta (o casi)
su popularidad y que las investigaciones e incluso las
imputaciones no se pagarán en las urnas con la dureza
esperable.
Y quizá no esté equivocado. En las elecciones municipales de
2007 casi un 70% de los candidatos implicados en casos de
corrupción consiguió la reelección. En los comicios locales
de 2011 el panorama no cambió demasiado: en el 59,5% de los
municipios con un alcalde ‘tocado’ por la corrupción volvió
a ganar el mismo partido (en 60 de 106 localidades) y en el
58% de los casos fue reelegido el propio candidato implicado
(40 de un total de 69 candidaturas), según datos de la
Fundación Alternativas. Unos resultados electorales que
confirman la relativa tolerancia con que se relacionan los
españoles con los problemas de corrupción.
Además, Vivas cuenta con que aquello que es normal, lo que
forma parte del mundo diario, se acaba haciendo invisible,
pasa desapercibido. Que la repetición de un hecho puede
acabar teniendo un efecto normalizador o invisibilizador.
Sin embargo, olvida que no porque muchos hayan asumido esta
realidad, su forma de actuar deja de ser una falta moral y
una forma de degradación de la acción social, política y
personal. Ese intento de Vivas de querer normalizar dichas
situaciones es el que hace que no se enrojezca y se
avergüence cuando se le señala públicamente como corrupto.
En este sentido, el presidente Vivas cuenta con una gran
habilidad para movilizar recursos y apoyos cuando se le
acusa de estar involucrado en casos de corrupción. En
algunas ocasiones son apoyos tácitos, pero en otras son
apoyos explícitos de partes significativas de la ciudadanía,
como, por ejemplo, la Federación Provincial de Asociaciones
de Vecinos. La amplia discrecionalidad con que Vivas ha
realizado nombramientos y desplegado redes clientelares
durante sus trece años de gobierno fomentan la aparición de
apoyos directos y personales.
El presidente Vivas, como todos los políticos corruptos
exitosos electoralmente, cuando llegó al poder, fue capáz de
colonizar la administración pública con los miembros de una
red clientelar, gracias a la ausencia de unos grupos de
funcionarios reclutados meritocráticamente y que actúen de
contrapesos a los cargos electos.En este sentido, son muchos
los estudios que proponen como mejor forma para
combatir/prevenir la corrupción el establecimiento de
controles horizontales y sistema de alerta temprana a través
de funcionarios. De hecho, en nuestra ciudad, solo gracias a
varios funcionarios ajenos al poder partidista (cada día son
más), se destapó el ‘caso Urbaser’ o se ha evitado que un
proceso ilegal ideado por Vivas, como era la
reestructuración del sector público empresarial, viera la
luz.
A pesar de ello, Vivas confía que en estos casos y en otros
que han sido y serán destapados, será capaz de generar el
ruido mediático suficiente (con sus medios comprados con
dinero público) para desactivar la función de censura de la
labor informativa, consiguiendo como resultado que las
denuncias de corrupción pierdan credibilidad entre sus
votantes y se perciban como el resultado de una campaña
orquestada con intereses políticos encubiertos.
Pero quizá, solo quizá, esta vez se equivoque y su
comportamiento no le salga gratis. Ya existió un Al Capone
dedicado a los asesinatos, la explotación de la
prostitución, el juego ilegal y el tráfico de alcohol, y que
tras años de persecución policial infructuosa y la falta de
pruebas, fue detenido finalmente por evasión de impuestos.
Ya ven que paradoja.
|