Con valor de presente y más
todavía en lo que significará para el futuro.
Así es como veo yo ese refuerzo de la vigilancia a las
puertas de colegios e institutos, por parte del CNP, para
evitar algo que cada vez se va extendiendo más y,
especialmente, desde una edad demasiado temprana.
Y no es que yo crea mucho en eso de las encuestas, pero la
Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en Estudiantes nos
da unos datos que son para echarse a temblar, cuando se nos
dice que el consumo del alcohol va cada vez más en aumento
entre los escolares, muy especialmente entre los chicos de
14 a 16 años.
Pero no es que nazca aquí, en los centros, esa tendencia al
alza, es que, desde cualquier edad, si es que los padres no
los tienen muy sujetos en casa, se encuentran con que el
botellón lo tienen en su barriada, en su propia calle y allí
donde lo quieran encontrar.
He dicho y lo mantengo que si el botellón no se ha
erradicado es porque no se ha querido, de verdad, y, todavía
más, esos famosos macrobotellones, que cada año vemos
anunciados en multitud de lugares de la geografía española,
más que erradicarlos parece que se “encuentran protegidos”,
como si fueran una parte más de la “marca España”, para
atraer turistas, de dentro o de fuera del país.
Y más aun, cualquier chaval de 14, 15 o 19 años, si es que
no más jóvenes puede hacer acopio de botellas del tipo de
alcohol que vaya buscando, tan sólo con acercarse a un
supermercado, a la tienda del barrio o a los “kioscos”
preparados ad hoc. No hay que darle más vueltas al asunto.
Esa vigilancia del CNP me parece muy interesante, muchísimo,
pero si también en los lugares que se sabe se vigilara
especialmente en los fines de semana, erradicarlo no se
lograría del todo, pero frenarlo sí que se iba a poder
frenar.
Ahora, y buena falta hace, aunque el cometido esté asignado
a la Policía Local, la Jefatura Provincial de la Policía
Nacional, como hace siempre que hay algo importante que
atajar, ha cogido “el toro por los cuernos” y ha decidido
que van a ser ellos los que refuercen la vigilancia, mejor
dos que uno, a la entrada y a la salida de los centros de
educación, aquí en Ceuta.
Con esto, frenar se frena, yo diría que casi totalmente,
porque “se espanta” a ciertos “alipendes” que frecuentaban
esas entradas o salidas y no para recoger apuntes o para
explicarles a los que van más retrasados “el Teorema de
Pitágoras”.
La apuesta del Gobierno, aunque eso no es lo que más agrade
a ciertos sectores de la progresía barata, es prevenir el
consumo del alcohol a los menores, algo que viene
emergiendo, cada vez más, como ya he dicho anteriormente,
por el botellón, especialmente, a lo que también se unen
otros artículos y no de lujo, precisamente, para la salud.
Las encuestas, por mucho que yo las deseche, sean del tipo
que sean, nos dan unos datos escalofriantes, por cuanto la
edad media de inicio permanece estable en todas las drogas y
va oscilando entre los 13 y los 16, según qué tipo de
consumo, pero con una subida la del inicio a consumir
alcohol, con poco más de los 13 años recién cumplidos.
Atrás han quedado aquellas pillerías, es como lo llamaría
yo, de los últimos 30 años del pasado siglo, cuando el
chavalillo se guardaba donde fuera para poderse fumar un
cigarro, simplemente eso. Ahora son alcohol, tabaco y
cannabis las sustancias que más consumen los estudiantes y
junto a eso bebidas, con cuanta más mezcla mejor.
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